lunes, 15 de septiembre de 2008

La cita

Cuando llegó ya estaba muerta. Un terrible hedor a gasolina inundaba la habitación. Eran las tres de la tarde.

Héctor se marchó la noche anterior con una muchacha, llevaba las mismas pintas de siempre, camiseta y pantalones negros ceñidos, botas negras, los mismos tatuajes y algún pearsing nuevo en la oreja. Cuando la dejó en casa quedaron en verse al día siguiente sobre las tres de la tarde en casa de Estrella.
Andrea llegó primero, esperaría en el portal, un viejo portal, de un viejo barrio y con demasiada gente vieja viviendo allí. No tenía portero automático, el hierro de la puerta estaba oxidado, los cristales picoteados, las losetas del suelo levantadas.
Héctor no aparecía, ya eran las dos y media y tendría que subir sola a casa de su amiga.
-Siempre me hace lo mismo, no hay día que quedemos y llegue él primero. Con lo que me jode tener que subir sola a buscar a Estrella, estará el pringao de su novio en casa e intentará tocarme las tetas el muy cerdo. Venga hombre coge el móvil. ¡Que asco! El móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento....Luego dirá que se le ha acabado la batería, que estaba en el metro o cualquier otro rollo de lo suyos. ¡No joder!, el tío ese, ¡qué no me vea! ¡Dios que no me reconozca! Por favor, por favor.

-Vaya, vaya ¡qué sorpresa! ¿Vienes a buscar a la zorra de tu amiga?
-Digamos que vengo a expresar a Estrella mi más sentido pésame por tener el novio que tiene.
-¡Cómo me ponen las mujeres como tú! -exclamó intentado acariciarle el rostro.
-Será mejor que no me toques.

Andrea apartó la mano de su mejilla y se dirigió a buscar a Estrella. Vivía en un pisito pequeño en la primera planta de un patio interior. Subió las escaleras e iba a llamar al timbre cuando sonó el móvil.
-¿Dónde estás, Héctor?
-Andrea, antes de sermonearme, escúchame.
-¿Qué dices? ¿Qué no te sermonee?
-Hostias, te digo que me prestes atención, es importante. Me ha llamado Leo, no subas a casa de Estrella. Me escuchas, no entres en su casa.
-¿Por qué? ¿Quién eres tú para decirme lo que debo o no debo hacer?
-Déjate de gilipolleces, es importante que no entres, ¿me oyes? ¡No en....!
Andrea colgó el móvil dejando a Héctor con la palabra en la boca.

-¡Será estúpido! ¿Quién se habrá creído que es?

La chica se apresuró a llamar al timbre, con insistencia, una y otra vez, nadie abría. Volvía a intentarlo pero ni un pequeño índice de vida parecía haber detrás del bloque de madera.

-¡Qué raro! -pensó.

Andrea dejó de aporrear la puerta, sacó el móvil y llamó a su amiga. En casa de Estrella la canción de The Cure en el móvil no dejaba de sonar, pero ella no cogía el teléfono. Varios vecinos al oír las voces de la muchacha y los fuertes golpes se acercaron a preguntar que pasaba.

-¿Qué ocurre? ¿Le sucede algo a Estrella? -preguntó un señor con un enorme bigote.
-No sé, no me abre, la llamo al móvil y lo escucho pero no lo coge.
-A lo mejor ha salido y se lo ha dejado olvidado -volvió a decir el hombre del bigote.
-No puede ser, he visto salir hace un momento a su... novio. Tiene que estar dentro, además he quedado aquí con ella a las tres.
-Yo tengo llave de su casa, me la dejo hace unos días. Voy a buscarla -dijo una chica.

Andrea cogió la llave y la metió despacio en la cerradura. Entró en casa y empezó a buscar con impaciencia a su amiga.

-Estrella ¿estás aquí? -gritó.

Andrea, buscó por la cocina el baño, el salón. No recibía respuesta, por un instante un leve ruido procedente de una habitación al final del comedor llamó su atención. Se acercó, agarró el picaporte de la puerta y con un suave movimiento abrió.

Un terrible hedor a gasolina inundaba la habitación. Eran las tres de la tarde. Aún olía a pelo chamuscado y del rabo todavía salía humo. Ya no había expresión en su rostro desfigurado, solo era carne quemada. Andrea se agachó, apartando a su amiga de un manotazo, que abrazada a la perra, no paraba de llorar. No sabía por donde acariciarla, era su perra, se la había quedado Estrella unos días y a las tres tenía que recogerla. Pero cuando llegó ya estaba muerta.




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