aquellos que quedaron no volverán, aunque giren las sombras vacías y busquemos siluetas alargadas llorando cada día un poco y al siguiente un poco más aquellos que se fueron no volverán. Se ausentaron despacio dejando vidas inacabadas: el niño que jugaba a ser coronel la que fuera su madre o el que creyó ser su padre, el que apostó por ser un buen abuelo o la mejor de las mujeres por ser abuela, todos sin rumbo instruido parano volver a
empezar. Lágrimas, oraciones, alguna flor, alguna vela, alguna mentira, todo realidad. Melodías dosificadas en cápsulas de plástico, ilusiones transmutadas en voladuras de hierro, sentimientos dilatados esperando una razón, jugos adulterados que convierten la fruta fresca, pero, aquellos que se marcharon no volverán. Se sufre más si se recuerda menos, se sufre menos si no se olvida, diez años después continúa en nuestra
memoria.
Mis raíces son del sur, aunque nací en Madrid. Paso la mayor parte del día en la Asesoría donde trabajo. Tengo ocho compañeros, estupendos, de esos que no quedan. Voy a clases de creación literaria, que después de sonreír, es lo que más alivia el estrés que sufro, no tengo muchos amigos, los suficientes. Soy una cabra loca con un montón de cosas por descubrir y lo que más deseo en el mundo es que mi hijo sea feliz.