miércoles, 2 de mayo de 2018

¿De qué hablamos cuando hablamos de poesía?



La poesía es el vehículo en el que viaja más plenamente el sentimiento, y el poema es el vehículo de la poesía. El poema tal y como lo conocemos es una compleja nave dispuesta a acoger a cualquier pasajero o cargamento, organizada y estructurada por medio de unas reglas y componentes que, no por invisibles, dejen de ser esenciales, y que garantizan la naturaleza última que lo define, así como cuando viajamos en un buque no necesitamos ver las piezas que componen el timón aunque es indispensable que el timón exista para poder llamarlo “buque”, y que funciona para poder dar sentido a su utilidad.
La tarea de escribir “poesía” comienza mucho antes de empezar a escribirla.
El poeta debe adquirir una disposición especial compuesta de multitud de requisitos, tanto objetivos como subjetivos una serie de técnicas, habilidades y reflexiones que lo conduzcan y predispongan hacia una particular receptividad y sensibilidad. Un poema no es ni más ni menos que un grupo de palabras contenidas en una estructura musical y rítmica el poeta debería ser un obrero que dominara esas disciplinas con suficiente desenvoltura como para poder practicarlas dignamente.
“Deshaced ese verso,
quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma…
Aventad las palabras…
y sí después queda algo todavía,
eso
será la poesía”

León Felipe  (Versos y oraciones del caminante 1920)

El poema, en lo que se refiere a su estructura formal o métrica, está organizado mediante la distribución de una serie de líneas, de unidades rítmicas llamadas versos. Es decir, cada línea por breve o extensa que sea constituye un verso.
En ese punto es ineludible introducir un concepto fundamental que ocupará en su momento, casi la mayoría de nuestra tarea: la métrica.
La métrica, según Antonio Quilis, es la parte de la ciencia literaria que se ocupa de la especial conformación rítmica de un contexto lingüístico estructurado en forma de poema. Es decir, la estructura rítmica de la poesía depende de manera directa y capital del concepto métrico, con la métrica se consigue un efecto especial y sonoro, una música sujeta a un ritmo, organizado según la particular ordenación de las palabras, las sílabas y los acentos.
La forma peculiar que adopta un poema en la página, es decir, el esquema de las líneas (versos), no responde a una cuestión caprichosa o arbitraria, sino que viene determinada por la aplicación estricta de las reglas métricas. De esta manera, el verso es la unidad métrica más pequeña que compone la organización del poema.
Cuando agrupamos una serie de versos, de manera que estos se complementan y adquieren una unidad de contenido y forma, conseguimos una estrofa.
La estrofa es la unidad métrica inmediatamente superior que compone el poema, y su naturaleza y extensión están sujetas a la mera voluntad o estrategia del poeta, siga o no la tradición establecida.
De esta forma, una estrofa puede estar compuesta de una sola palabra, así como un poema de cien versos puede constituir en sí mismo una sola estrofa.
El poema es el producto final el resultado de la composición que el poeta estime conveniente; en principio, se supone que es el objeto resultante, con la forma y el contenido elegidos, su absoluta libertad que haya dispuesto el poeta.
Una de las condiciones especiales de la poesía se sustenta en la capacidad de transportar la mayor carga de contenido y significado utilizando el menor número de materia posible, es decir, de palabras.
La efectividad y particularidad del lenguaje poética dependen en gran medida de este requisito. Si escribimos la idea  que tenemos en mente, estamos confeccionando prosa. Una de las maravillas de la poesía consiste en la capacidad de sugestión que adquieren las palabras. Ateniéndonos a la idea de economía del lenguaje es preciso detenerse a contemplar el valor, peso, color y estricto significado de cada una de las palabras que van a participar en el poema.
Es de vital importancia calibrar el significado estricto de cada palabra que utilicemos, pues a veces, asumimos algunos significados erróneamente.
Otro de los elementos fundamentales que constituyen y dan entidad al poema es el ritmo.
El ritmo puede provenir de diversas fuentes, ya sea la métrica, con sus normas estrictas y bien delimitadas, o bien de la elección y organización aparentemente aleatorias de las palabras.
La palabra y todo lo que conlleva, es la materia prima del escritor.
Es de vital importancia comprender y asumir que el ejercicio  de la poesía es un gran oficio y que, como tal, requiere ciertas habilidades y herramientas.
Dando por supuesta la importancia de una correcta ortografía, a la que hora de dormir la técnica entra en juego una serie de factores, tanto objetivos como subjetivos, que resulta imprescindible. Quizá el talento no puede adquirirse pero sí se puede afilarse y desarrollarse. Antes de empezar a escribir poesía hay que conocer los dos tipos de recursos con los que contamos: Los recursos subjetivos y los recursos objetivos.
-Recursos subjetivos: Toda una serie de recomendaciones que nos ayudarán a conseguir que el producto final (poema) cumple el propósito y la intención que hemos asignado con la mayor dignidad y pericia.
El escritor ha de ser un observador nato, un vigilante de la realidad y el universo que esté fuera y dentro de nosotros. De ahí la importancia de trabajar la mirada, de hacer un esfuerzo de percepción hacia todo lo que nos rodea, ya sean objetos, sentimientos o sensaciones utilizando y rentabilizando todos los sentidos no solo el de la vista.
El poeta es un músico que no toca ningún instrumento pero hacer sonar las palabras como si éstas fueran un arpa, un piano: Es imprescindible estar atento a la melodía o el sonido de las palabras.
El componente rítmico de la poesía es demasiado importante como para descuidarlo.
No se puede escribir sin antes haber leído. Es necesario rodearse y alimentarse de lectura y, lo que es más importante, aprender a leer a sacar el máximo provecho a los textos que caigan en vuestras manos, esforzándonos es descubrir los mecanismos e intenciones que el escritor  nos ofrece.
Imitar no es una tarea degradante, sino todo lo contrario, resulta muy enriquecedora. Todo poeta que se precie he aprendido a escribir partiendo de sus autores preferidos.
Uno de los objetivos primordiales del poeta es conseguir una voz propia.
Facilita mucho la labor el hecho de ir anotando “en bruto” todas las ideas que no parezcan interesantes o aprovechables, puesto que la experiencia de las poetas ha demostrado que muchas ideas o intuiciones se pierden o se diluyen en la memoria.
El poeta siempre está trabajando. Se diría que es una esponja dispuesta siempre a absorber cualquier tesoro que se le acerque. El poeta también es un atleta que tiene que entrenarse a diario.
La poesía es la aleación precisa de dos materiales opuestos: la fría aritmética del verso y la rima, si la hay han de combinarse con la lucidez y la sensibilidad ardiente de la palabra exacta. La arquitectura de la poesía es delicada, cada palabra es importante, cada coma, cada acento, la longitud de cada verso…Los poetas, como decía Flaubert, son buscadores de perlas, bucean en los mares del lenguaje hasta encontrar lo que buscan.

RECURSOS LINGÜÍSTICOS
El Haiku: hacia la poesía pura
Si la economía verbal es la esencia de una forma pura, esa forma es el Haiku, que tan solo cuenta con diecisiete sílabas, divididas en tres versos para expresar una sensación,  una verdad poética. El Haiku es concisión y síntesis, una de las composiciones más difíciles que existen, nacida en un momento de gracia, de inspiración.
Aunque la forma métrica ideal del Haiku en 5-7-5 hay que tener siempre presente que los Haikus que se ponen  como ejemplo son traducciones de una lengua lejana a la nuestra, y que el número de sílabas a veces debe cambiar para que las palabras puedan ser trasladadas de un idioma a otro.
“Un viejo estanque
al zambullirse una rana
ruido del agua”
El Haiku se aleja conscientemente del 40 del poeta, de tal forma que parece ajeno a él, como si nadie lo hubiera conocido.
Casi nunca encontraremos un pronombre personal en un Haiku y menos la primera persona del singular.
El poeta trata de transmitirnos una visión, una sensación de la naturaleza sin interponer su yo entre nosotros y el poeta.
¡No le toques ya más
que así es la rosa!”

El Haiku siempre se balancea entre dos imágenes o entre dos sensaciones.
“Besugo en sal,
con las encías frías
pescadería”
Bashoo
“Está la luna
Inmóvil, congelada:
noche de escarcha”
Seira
“Es ya mi aldea
un sueño, un viaje
ave de paso”
Kiorai
Cada parte del Haiku está separada por una pausa o censura, que marca un ritmo en el poema.
Herramientas para escribir Haikus:
Onomatopeya: se trata de una palabra que imita un ruido o un sonido natural.
“¡Día oscurécete, día!
¡noche, abre ya, noche!
-croaba la rana”
Sinestesia: Consiste en asociar dos palabras que provienen de dos dominios sensoriales diferentes.
Al oscurecerse el mar
las voces de los patos salvajes
son vagamente blancas”
Bashoo
Los Haikus huyen de la retórica y de la ornamentación.
“Los versos que algunos componen están excesivamente elaborados y pierden la naturalidad que procede del corazón. Lo que viene del corazón es bueno. No deberíamos preferir aquellos que dependen de la retórica”
Bashoo

Ejercicio
Buscar una comparación sorprendente cuyo elemento real sea algo cotidiano, algo que tenga cerca, por ejemplo: un flexo: El flexo tiene las patas largas como una garza.
Después, intentar construir una haiku partiendo de esta comparación, el flexo tiene/patas negras y largas/garza encendida.
Recordar que, si bien la métrica ideal del haiku es 5-7-5, no es imprescindible que sea exacta.

LECTURAS RECOMENDADAS
Las mil mejores poesías de la lengua castellana (Antología de José Bergua)
Canción de canciones. Los mejores poemas de amor de la lengua castellana (Antología de María Asunción Mateo y Rafael Alberti)
Cómo leer un poema (Rosa Navarro Durán)
El Haiku japonés (Fernando Rodríguez Izquierdo)

PROPUESTA DE EJERCICIO
Diseñar un proyecto de libro de poemas (sin escribir los poemas) anotando el tema que se desea abordar.
Dividir en secciones (también tituladas) que respondan a las necesidades que le exija el proyecto.
Elegir el número de poemas que crea necesario para completar cada sección y titularlos también.