domingo, 26 de abril de 2015

El tiempo en el ritmo de la narración

Para que una narración sea fluida debe tener un ritmo interno, una armonía especial que la recorra como si fuera una melodía.
Esa melodía depende de cómo utilicemos las diferentes “velocidades” del tiempo de la ficción. Combinar los cambios de velocidad, -aceleración, desaceleración- con fragmentos a tiempo real –escena- convierte el texto escrito en un fluido por el que el lector se desliza.
El escritor, mediante estos tres tipos de “velocidades”, puede conseguir:
Mostrar, por medio de la escena, momentos culminantes de la narración o caracterizar al personaje.
Pasar de puntillas sobre los momentos muertos, acelerando o eliminando un período de tiempo que no le interesa o bien ocultando un hecho para crear intriga.
Detenerse o ralentizar un momento relajando la lectura, describiendo un paisaje, un personaje o un ambiente.

La “velocidad” es la relación entre la duración de la historia –días, meses, años…- y la extensión que ésta alcanza en el texto, de tal forma que el escritor puede narrar cien años en diez líneas o dedicar dos volúmenes a veinticuatro horas. Todo es cuestión de “velocidad”.
Existen dos métodos para modificar esa velocidad narrativa: la aceleración y la desaceleración.
La aceleración se produce cuando se dedica a un segmento corto de la narración a un periodo largo a la historia. Entonces el tiempo de la acción es más largo que el tiempo de la narración.
La desaceleración es el caso contrario se dedica un segmento largo de la narración a un periodo corto de la historia. El tiempo de la narración es más largo que el tiempo de la acción.

1.- Acelerar: El resumen y la elipsis.
Existen dos métodos o posibilidades para producir ese efecto de aceleración de la velocidad narrativa: el resumen y la elipsis.
El resumen consiste en seleccionar los datos más importantes y exponerlos brevemente. De esta forma, en un solo párrafo puede cubrirse un período largo de la historia. En el cuento, sobre todo, esta concentración es imprescindible.
La elipsis consiste en “saltar por encima” de un período de la historia; es decir, ese período desaparece, se omite.
Existen varios tipos de elipsis, es decir, varios sistemas para hacer que desaparezca una parte de la historia.
Según su duración, la elipsis puede ser:
Determinada: Se indica el período de tiempo omitido (durante dos años…)
Indeterminada: no se indica el período de tiempo omitido.
Según el conocimiento o desconocimiento de su existencia, la elipsis puede ser:
Explicita: el texto indica su presencia
Implícita: no está indicada para puede ser inferida.
Hipotética: el lector descubre más tarde esa “ausencia de tiempo”.
Objetivos de la elipsis
El tiempo puede ser “robado” al lector por diversos motivos, pero l elipsis se usa sobre todo para acelerar el tiempo de la narración y para ocultar algún hecho reservándolo para más adelante, creando así una atmósfera de intriga.

Acelerar el tiempo de la narración: ese período de tiempo no nos interesa mucho y pasamos por encima de él, haciendo referencia o no a su duración.
Ocultar un hecho: ese hecho sí nos interesa, pero sólo dejamos que el lector lo sospeche, para crear una atmósfera de intriga.

2.- Desacelerar: la descripción
Otra posibilidad de jugar con el tiempo es la que consiste en ralentizarlo: entonces el tiempo de la narración es más largo que el tiempo de la acción, y esto termina produciendo un efecto desacelerador o paralizador de la acción. Para producir ese efecto contamos con la descripción:
En la descripción, el autor se demora en cada acontecimiento prestando mucha atención a los detalles, de forma que la acción se ralentiza. El tiempo de la narración se expande, se “hincha” con respecto al tiempo de la acción.
Objetivos de la descripción
Tiene dos funciones principales
Informativa: la narración se suspende un instante, la acción se remansa.
Ornamental: dichos remansos, algunas veces, no sirven para dar información, sino para alterar el ritmo después de un pasaje de acción, o bien para dilatar la espera en un momento crítico.
Estos dos objetivos dan lugar a dos tipos distintos de descripción:
La función informativa está cubierta por una descripción que podríamos llamar expositiva, la cual permite acumular información esencial sobre un personaje, un hecho o el lugar donde se desarrolla la acción.
La función ornamental da lugar a descripciones decorativas: éstas son paisajísticas o ambientales y no originan un cambio de situación ni aportan una información esencial para el desarrollo de la trama,  pero son indispensables para crear el ritmo narrativo.
El cuento no admite apenas el uso de la descripción decorativa. Su poco espacio no da para recursos ornamentales, y el dibujo de su curva da intensidad, no contiene valles, sino una línea recta y ascendente. Pero el uso del otro tipo de descripción, la expositiva es fundamental para el buen desarrollo de la trama.
Por el contrario, la novela no solo permite sino que necesita el uso de este tipo de pausas para dar respiros al lector.
Un tipo especial de pausa descriptiva es la digresión, que se produce cuando el narrador interrumpe el relato para formular reflexiones o comentarios. La digresión paraliza el tiempo, anula la velocidad. Se usa para expresar formulas ideológicas del escritor, o para frenar el ritmo y provocar suspense, o bien como preparativo para la entrada de un personaje.
A tiempo real: la escena
Se entiende por escena la reproducción del discurso de los personajes, a través del diálogo, en la que se respeta el principio de unidad de tiempo, lugar y acción.
En la escena, la voz del narrador pasa a un segundo plano y el lector presencia la conversación entre los personajes. El escritor muestra la acción.
La escena está contada a tiempo real,  ya que no lo expande ni acorta, sino que refleja la duración verdadera del diálogo
El uso de la escena es imprescindible a la hora de cenar. Pero hay que elegir bien el dónde y el porqué de la inserción de una escena; nada produce tanto aburrimiento en un texto como una escena que carezca de contenido.
Conviene decir que la función del  narrador en la escena es la moderación. El narrador no desaparece; sólo se esconde detrás de la cortina, aunque sigue estando ahí.
Estas formas de narrar, que llamaremos para abreviar escenificación, descripción y resumen, no se encuentran puras en la narración.
La escena es un recurso fácil. Mientras que el resumen o la descripción se acercan más a una manera familiar de narrar –incluso de narrar oralmente- la escena requiere el uso del diálogo, poco utilizado al principio, pero del que no podemos prescindir.

RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
Enumerar es enseñar todos aquellos elementos que componen un conjunto. El siglo XX necesita un procedimiento literario para describir la confusión, y lo encontró en la enumeración caótica, en la que el conjunto enumerado está compuesto por infinitos elementos.
La enumeración caótica es considerada como uno de los procedimientos típicos de la lírica contemporánea. Su única propiedad es el desorden, la falta de unidad, el paso de un tema a otro sin lógica evidente. Sin embargo, ese pandemónium sirve para connotar exuberancia y diversidad. La enumeración caótica ha sido, además, un recurso al que se han acogido los escritores para reflejar el flujo de la conciencia a través del monólogo interior.
Ejercicio
Dejar volar la imaginación y escribir todo aquello que los términos “me gusta” o “no me gusta” sugieran.

LECTURAS RECOMENDADAS
El tambor de hojalata (Günter Grass)
El cuarteto de Alejandría (Lawrence Durrell)
“Un suceso en el puente sobre el río Owl” (Del volumen cuentos de soldados y civiles” (Ambrase Bierce)
“Una Rosa para Emily” (Del volumen Antología del cuento triste) (William Faulkner)

PROPUESTA EJERCICIO

Analizar y subsanar los defectos de ritmo de alguna narración ya escrita. Para ello debemos de hacer varias preguntas:
¿Es fluida la narración o está llena de “baches”, de “zonas muertas” en las que la lectura se hace tediosa? A  menudo, un texto no funciona a causa del ritmo; modificando algunos pasajes y eliminando otros se consigue que la narración avance de una manera fluida.
Subrayar de un color distinto las descripciones, las escenas y los resúmenes o las elipsis.
¿Hay mayoría de alguna de ellas?
¿Está cada elemento agrupado en un bloque o van combinándose entre sí?
¿Hay alguna zona en la narración que no se “vea”? ¿Existe un hecho importante que debería contarse con una escena?
Una vez analizado el texto, reescribirlo eliminando ese período de tiempo que sobra mediante una elipsis o un resumen de pocas líneas. Ampliar ese momento cumbre entre dos personajes introduciendo una escena o remansar las aguas del relato por medio de una descripción.