jueves, 2 de octubre de 2008

En tu ausencia

"Una leve mancha escarlata

acaricia mis mejillas al nombrarte

y un potente cosquilleo

atraviesa mi pecho al verte.

Tan solo unas palabras

mal sostenidas

nos mantienen vivos..."


En tu ausencia, empecé a escribir estos versos, esperando que un día te volviera a encontrar, y lo he hecho, te he encontrado, pero ya no quiero terminar el poema, ya no, así no...

Lo que comenzó siendo la historia de amor más bonita jamás contada no tiene un final feliz, al menos para mí.

Amanda era una mujer guapa, unos treinta años, ni uno más ni uno menos, treinta. Poseía una belleza especial, pero lo más especial era su sonrisa, siempre feliz, siempre riendo. Oliver, era un tipo interesante, con pinta de intelectual, sus gafas, su sonrisa pícara, su pelo a caracolillos,
su cuerpo desgarbado y los cordones de los zapatos siempre desatados, le caracterizaban. Amanda trabajaba en una clínica veterinaria y él llevaba allí a su perrilla Luna, una preciosa cocker negra. Llevaban tiempo viéndose, habían tomado café, se habían reído e incluso Amanda le había presentado a su marido.



Un día Luna se puso muy mala y Oliver la llevó a que la examinara Amanda.

-¿Qué tiene? -le preguntó.

-Es pronto, para saberlo -contestó en un tono alarmante -le voy a hacer unas pruebas para descartar que tenga Leishmania. La tendrás que dejar aquí, tengo que ponerla suero y voy a hacerla un análisis de sangre. Cuando sepa algo te llamo. Ahora vete.

-Vale me voy, porque se que la dejo en buenas manos -dijo mientras acercaba su boca a la de ella.

Amanda retiró, la cara, cogió a Luna y salió de la habitación, para llevarla al que sería, durante algunos días su nuevo hogar. Cuando volvió a donde había dejado a Oliver, ya se había marchado.

Al día siguiente era San Nicolás y Oliver no pudo esperar la llamada de Amanda y se presentó en la clínica con un ramo de rosas.

Al verse, sobraron las palabras, Oliver no pudo resistirse por más tiempo, soltó el ramo, se acerco a ella y la besó, ella le devolvió el beso. Y ahí empezó su historia de amor, se veían a escondidas, cualquier lugar era bueno para estar juntos, para acariciarse, para amarse. Incluso imaginaban como sería una vida juntos, ella sin su marido y viviendo con él. Y así estuvieron muchos meses, hasta que un día ella, empezó a encontrarse mal y tuvo que visitar al médico, allí la diagnosticaron una enfermedad en el útero, muy contagiosa. Había que operar y después nada de sexo en mucho tiempo. Amanda no podía decirle a Oliver la verdad y se fue distanciando, ya no se veían habitualmente, siempre Amanda tenía una excusa para aplazar las citas, hasta que un día tomó la decisión de contarle lo que ocurría.

-Voy a ser sincera y no me voy a andar con rodeos. Siempre me has dicho que si algún día te dejaba que fuera por mi marido, pero nunca por otro. Pues bien, vuelvo con mi marido. No puedo volver a verte. Te quiero, pero te tengo que olvidar. No me intentes convencer, porque esta es mi última palabra.

Amanda salió del bar corriendo, Oliver la siguió gritando, pero no puedo alcanzarla. Esa fue la última vez que se vieron.

Han pasado muchos años y no ha habido un solo día que no me acuerde de ti. Te he llamado al trabajo, te he mandado mensajes al móvil, correos, y cuando consigo hablar contigo tú ni siquieras sabes quien soy. Ahora sé que tengo que olvidarte, que formas parte de mi pasado, un pasado inolvidable. Has formado una familia y eres feliz, toca la hora de retirarse para siempre.


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