lunes, 6 de octubre de 2008

Al rico caracol

Me gusta cocinar, para personas que saben apreciar lo exquisito. Me cuesta mucho hacerlo para gente que no sabe comer o que no les gusta probar los alimentos. Una de esas personas es mi madre, que además de comer cuatro cosas, las tiene que hacer ella. Lo que no sé es como he aprendido yo a comer tan bien. Creo que, excepto la asadura, los sesos y los caracoles, me gusta todo. Como es tiempo de setas ayer el padre de un amigo fue a por ellas y me dio unas poquitas, ¡me encantan! Una cazuelita de Boletus con gambas, ajito, aceite de oliva y una pizca de guindilla. ¡Riquísimas! Un plato tan sencillo y tan sabroso. Antes he dicho que no me gustan los caracoles, las babas me dan asco, aunque sé que cuando te los comes ya no tienen, las expulsan al hervir, pero me da igual, me dan asco.
Un día fuimos a pasar el fin de semana a casa de unos amigos y me tocó hacer los dichosos caracoles.... Yo se los había visto a hacer a mi madre un montón de veces, pero era pequeña y solo me fijé en la salsa, el ritual del principio creo que me lo perdí.
-¿Tú sabes hacer caracoles?-preguntó Olga.
-Sí, claro -contesté convencida.
-¡Ah!, bien, porque Goyo ha cogido un cubo entero y yo no se ni como se lavan.
-No te preocupes, yo los hago.
Olga sacó el cubo, nos pusimos a lavarlos con sal, venga a soltar babas y babas. Cuando ya vimos que no soltaban tantas, los metimos en un cazuela para cocerlos. Empezaron a hervir y a soltar el agua verde, quitamos ese agua y echamos otra, así hasta que empezó a salir el agua limpia. Después hicimos la salsa con chorizo, jamón, cebollita, ajo, perejil, unas hojas de laurel, vino blanco, una cayena, una pizca de harina y añadimos los caracoles, los dejamos que se tomaran de la salsa, y los servimos. Olían que te cagas, pero yo no pensaba comérmelos. Goyo que estaba ansioso empezó el primero.
-¡Qué bien huelen!
Cogió el primero, con un palillo sacó el bicho y se lo metió en la boca. Todos estábamos esperando a ver que decía, pero cada vez que masticaba se oía un cronch, cronch,cronch.
-Están buenos, pero parece que tienen tierra.
Todos lo habíamos oído, claro que tenían tierra. Olga cogió el siguiente.
-Esto no se puede comer -dijo sacándose el bicho de la boca.
-No seas exagerada, tienen como arenilla, pero están ricos-dijo Goyo con la boca llena.
-¿Estas segura que se hacen así? -preguntó Olga.
-Si, por lo menos así los hace mi madre -contesté.
No conforme con el guiso que había preparado, llamé a mi madre.
-Hola mama, ¿tú antes de cocinar los caracoles haces algo?
-Los lavo hija -contestó.
-Ya mama, eso ya, me refiero antes de lavarlos.
-No, los que compras en el mercado vienen limpios -dijo.
-Estos no son comprados, los ha cogido Goyo esta mañana, ¿qué pasa que son diferentes? -pregunté algo preocupada ya que Goyo se había comida toda la cazuela.
-Claro los que se cogen en el campo hay que dejarlos en harina para que suelten toda la tierra que comen, ¿no me digas que los has hecho sin tenerlos en harina?
-Yo que sabía, a mí me ha dicho Olga que los guisara y los he guisado. ¡Qué coño voy a saber que tienen que cagar antes!


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