martes, 31 de marzo de 2020

Poesía y canción

La poesía es una necesidad que la mente humana ha construido y organizado para poder entender y soportar la complejidad y los misterios de la existencia. Preguntar por la utilidad de la poesía es como preguntar por la utilidad del aire. La poesía no es útil, es imprescindible. Uno de los principales vehículos que permiten transportar la poesía en estado puro, es la música. La música, el arte más etéreo y universal, ha sido el caldo de cultivo en donde la poesía se ha desarrollado con más libertad y riqueza. Al fin y al cabo, música y poesía no son más que partes de un todo; son parientes tan cercanos que casi son “inseparables”: ambas tienen contenido, continente, ritmo, sustancia, desarrollo y melodía. Ambas son inexplicables; un verdadero logro de inteligencia. La música  ha estado presente en las manifestaciones literarias más antiguas que se conservan, desde las jarchas arábigo-andaluzas del siglo X.
El verso está impregnado de toda una serie de mecanismos y resortes que lo dotan den un timbre especial.
El primer instrumento musical que se conoce, el más antiguo y común a todas las culturas, no es otro que la voz humana.
La palabra y la música parten de la misma fuente: la voz.
Tanto la música como la poesía son artes que evolucionan de una manera lineal, es decir, que no pueden contemplarse ni disfrutarse de manera global, sino que nos obligan a esperar y a seguir su desarrollo como si de una narración se tratara.
La magia de la música consiste en que “comunica” saltándose todos los obstáculos que de manera inevitable arrastra la utilización de una lengua tal y como normalmente lo entendemos.
Afortunadamente, la diferencia entre lo culto  y lo popular hoy día casi ha desaparecido.
La canción, las canciones, tal y como las conocemos, son la fórmula por antonomasia que alberga música y poesía en una simbiosis perfecta.
Una canción no es más que una melodía acompañada de una historia o episodio escrito, es decir, lo que comúnmente conocemos por  “letra” Sin embargo, la letra que acompaña a la música no tiene por qué ser poesía. El texto que rellena una melodía o un pasaje musical no adquiere la categoría por el simple hecho de estar arropado por la música. Aquí aparece otra vez el poeta, el artesano y el creador habitando una misma persona. Para que el texto que acompaña a la música en cuestión sea poesía, tiene necesariamente que elevarse a la categoría de poema, así de sencillo.
Saltando en el tiempo y llegando hasta nuestros días habría que detenerse concienzudamente en los cantautores.
Los cantautores son aquellos artistas que cumplen y conciben los oficios de poeta y músico. Estos músicos poetas o poetas musicales, dominan a la par las dos disciplinas y las concilian de una forma verdaderamente efectiva.
De igual manera los cantautores han sabido pedir prestados grandes poemas de personalidades estrictamente literarias de poetas de ayer y de hoy.
Joan Manuel Serrat cuenta con una importante aportación de este sentido.
Además de contar con una importante producción propia como letrista, ha sabido conectar perfectamente con el espíritu y la idea de esos autores, enriqueciendo con su música el ya enorme potencial de los poemas.
La composición musical, como la poesía cuenta con numerosos recursos para alcanzar su objetivo. Cuando la poesía y la música se alían en una canción, no basta con la mera incrustación de un texto en una melodía. El apoyo que la música puede ofrecer el poema más allá de lo que puede entenderse como “apoyo decorativo”.
Ni la música puede ser un decorado para el poema, ni el poema para la música. Los pasajes musicales que se extienden a lo largo de una buena canción no actúan como relleno, sino como complemento absolutamente necesario para la buena comprensión y transmisión de ideas y sentimientos.
Los nuevos sonidos del siglo XX, el Jazz y el rock fundamentalmente, abrieron caminos expresivos en los que la poesía ocupó un lugar de honor como canal de comunicación entre la cultura y la sociedad.
Aparecieron los llamados “poetas del rock” una serie de personalidades carismáticas que ya no solo se conformaban con ganarse la vida animando fiestas y verbenas, sino que aplicaron su talento intelectual y sus conocimientos a transmitir mensajes plenos de contenido. Entendieron la poesía, no como una forma de expresión refinada y elegante, sino como un medio de conexión entre la cultura y la sociedad.

RECURSOS Y JUEGOS POÉTICOS
La poesía fonética: El sonido de las palabras
Así como los caligramas integraban palabras e imágenes, nos vamos a centrar ahora en una poesía que une una palabra y música, la llamaremos poesía fonética.
En este tipo de composiciones el sonido importa más que el significado en sí. Son poemas que crean el ritmo por medio de la resonancia de los vocablos.
Este tipo de poesía se basa principalmente en dos figuras retóricas: la aliteración (reiteración y proximidad de sonidos semejantes) y la onomatopeya (aquellas palabras que sugieren acústicamente una acción, por ejemplo “zigzaguear” y también el juego de palabras y los neologismos.
Partiendo de una palabra: “golondrina” Se inventa otras muchas derivadas de ésta, combinando fonemas que pertenecen  a otros términos y dando a estas palabras significados nuevos.
Se crea un ritmo en la poesía repitiendo continuamente fonemas, lo que produce aliteración:
-Intercambiando algunos de los fonemas de dos palabras:
Ejemplos:
El horizonte y la montaña= el horitaña y la montazonte
La golondrina y el violoncelo= La violondrina y el goloncelo.
-Sustituyendo los fonemas finales de una palabra por un sustantivo o un verbo:
Golon+rina=Golonrina
Golon+lira=Golonlira
Golon+niña=Golonnniña
Golon+gira=Golongira
La paranomasia consiste en colocar próximos en una misma frase sonidos fonéticamente parecidos.
La jitanjáfora:
En todo texto lírico cuyo sentido es puramente sonoro, es decir, lo importante es el sonido de las palabras y no su significado. Tanto es así que algunas jitanjáforas no cuentan ni siquiera con una sola palabra no inventada.
En nuestro diccionario podemos encontrar palabras cuyo valor es fonético y no semántico: Zurriburri, birlibirloque, tenguerengue, zipizape, bóbilis, zorrocloco, recancamusas…
Son palabras que mezclar aliteración con la onomatopeya (la diferencia con la onomatopeya que conocemos está en que la acción que sugieren esas palabras debe ser inventada por el oyente.
Ejercicio
Concentrar en el sonido y escribir tres poemas:
Primer poema: Elegir una palabra y combinar sus primeros fonemas con otras palabras.
Segundo poema: Buscar palabras parecidas fonéticamente par escribir versos.
Tercer poema: Inventar un lenguaje nuevo para escribir una jitanjáfora. Pensar en que se quiere contar y qué sonidos convienen al tema.

LECTURAS RECOMENDADAS
50 Boleros (Carlos Monsiváis)
Canciones I (Bob Dylan)
Canciones (1966-1999) Cuerpo del delito (Luis Eduardo Aute)
Canciones (Bruce Springsteen)

PROPUESTA DE EJERCICIO
Elegir una canción del cantautor favorito. Estudiar el número de estrofas que lo componen. Olvidar el tema de la canción. Estudiar la rima y hacer un esquema. Rehacer la letra utilizando la misma estructura. El tema será la descripción del entorno (barrio, pueblo, urbanización…) incluyendo vecinos y animales de compañía.
Tono divertido y sarcástico.
La letra contendrá un calambur, una onomatopeya, una hipérbole y una metáfora como mínimo.


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