jueves, 22 de noviembre de 2018

Tipos de narradores




NARRADOR EN TERCERA PERSONA:
Es el narrador por excelencia. Es el más utilizado y el más cómodo, porque permite manejar a los personajes a nuestro antojo, pero es también el que nos puede hacer cometer más errores. Las historias contadas en tercera persona omnisciente o equisciente, suelen dar mayor protagonismo a la acción que sucede en su interior y algo menos en la construcción de los personajes. Son historias más objetivas, con más acción, por lo general, donde el peso de la narración lo lleva la sucesión de acontecimientos.

TIPOS DE NARRADORES EN TERCERA PERSONA:

NARRADOR OMNISCIENTE
Se sitúa donde nunca podemos verlo, pero él lo sabe todo. Conoce a todos los personajes, sabe lo que piensan, su pasado, lo que sienten, lo que no dicen y lo que pretenden. Es el narrador que se impuso en las novelas del siglo XIX. No solo es omnisciente (el que lo sabe todo) sino que además es omnipresente (está en todas partes) y ningún personaje puede escapar de su mirada.
Un caso extremo del narrador omnisciente sería el del narrador superomnisciente, que no solo lo sabe, todo, sino que además sabe lo que no sabe siquiera ninguno de los personajes.
Ejemplo:
La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin”
Luis Landero, Juegos de la edad tardía

NARRADOR EQUISCIENTE:
Es un narrador en tercera persona, pero que renuncia a los poderes extraordinarios de la omnisciencia. No sabe nada de lo que piensan o sienten los personajes, aunque los observa con detenimiento, muy de cerca, atento a los pequeños gestos que puedan traslucir pensamientos o sentimientos. Es un narrador cinematográfico: cuenta lo que sucede como lo haría una cámara de cine.
El narrador equisciente (a veces llamado aquisciente o cuasi-omnisciente) conserva por lo regular los poderes de la omnipresencia: está en todas partes. Pero no penetra en las mentes de los personajes y no conoce el pasado ni el futuro de los mismos. Es un narrador algo más incómodo de manejar, pero al mismo tiempo es mucho más cercano a los lectores, porque utiliza los mismos recursos para interpretar la realidad que utilizan esos lectores: los sentidos físicos y la intuición.
Ejemplo:
“Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa”.
Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama
  
NARRADOR EN PRIMERA PERSONA:
Narrar una historia en primera persona no es mejor ni peor que hacerlo en tercera, pero sí que es diferente. La historia cambia (sus intenciones, su inmediatez, su credibilidad, su tono y su estructura) Tal y como sucedía con el narrador en tercera persona, el narrador en primera puede leer los pensamientos si se trata de narrador protagonista ya que son los suyos propios,  si él no es el protagonista, sino un testigo o un personaje secundario debe limitarse a narrar fiándose de los indicadores externos de sus sentidos corporales.
Los relatos o novelas escritas en primera persona, tanto si se trata de protagonistas como de testigos narradores, suelen por lo general, poner más peso en la construcción y evolución de los personajes (al menos los principales) dándole algo menos importancia al argumento en cuanto a sucesión de hechos ocurridos.

TIPOS DE NARRADORES EN PRIMERA PERSONA:

NARRADOR PROTAGONISTA:
Es el que cuenta la historia. Nos cuenta lo que le pasó, lo que le ocurrió. Dota a la historia de inmediatez y la posibilidad de identificar al lector con ese narrador es mayor que en el caso de la tercera persona. El narrador en primera persona puede juzgar y valorar lo que sucede a su alrededor, porque a fin de cuentas, lo que está contando en su historia. Escribir ficción siempre es meterse en otras vidas, en otros cuerpos, pero muy especialmente en el caso de escribir en primera persona, porque en ese caso debemos fundirnos hasta confundirnos con el personaje que habla y narra su historia a través de nosotros.
Ejemplo:
“El día en que Beatriz y yo entramos en aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino.”
Juan José Arreola, “La migala”.
NARRADOR TESTIGO:
Es un narrador en primera persona, pero no protagonista. Es un observador que está dentro de la historia y que cuenta lo que le ha pasado a otro. Un personaje secundario que, en ocasiones, apenas aparece en el relato o la novela, pero que decide contar lo que le ha sucedido a los protagonistas. De algún modo se parece al narrador equisciente, porque no tiene acceso a los pensamientos del resto de los personajes, pero en este caso tampoco está dotado de omnipresencia. A cambio de lo que sucede con el narrador equisciente, el narrador testigo puede tener un lenguaje particular (es una primera persona hablando, y puede cargar con toda subjetividad y utilizar su propia jerga) El narrador testigo es, tal vez, el más incómodo de utilizar, porque necesita conocer la historia que va a contar a través de sus observaciones parciales.
Ejemplo:
"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse"
  Onetti, Los adioses

NARRADOR EN SEGUNDA PERSONA:
Para que la narración sea verdaderamente en segunda persona, el narrador no solo le habla a un tú que tiene delante, sino que además lo que cuenta es la historia de ese tú al que le habla.
Un relato en segunda persona tiene al menos tres posibilidades con tres tiempos verbales distintos:
-Segunda persona y futuro: tiene siempre un cierto tono de promesa o amenaza: Estarás esperando. Le oirás llegar, abrir la puerta y colgar su abrigo en el perchero. Tú no querrás hacer ruido, cerrarás lo ojos y notarás…
-Segunda persona y presente: Se acerca muchas veces a unos consejos o instrucciones: Luego sigues avanzando hasta que llegues a una verja muy alta. La saltas con dificultad y te cuelas dentro. Te acercas a la puerta...Aunque también se puede utilizar como desdoblamiento de un personaje que habla consigo mismo: Tú eres tonto. La próxima vez te plantas frente a él y le sacudes. Pim, pam. Luego te vas silbando. Así…
-Segunda persona  y pasado: supongamos que alguien ha perdido la memoria, o que ha mentido antes, y otro (el narrador) le dice la verdad, se lo reprocha, y lo descubre ante todos: Tú fuiste el que mató a Carlota. Te acercaste por la espalda y la empujaste al vacío.
Ejemplo:
“Caminas, esta vez con asco, hacia ese arcón alrededor del cual pululan las ratas, asoman sus ojillos brillantes entre las tablas podridas del piso, corretean hacia los hoyos abiertos en el muro escarapelado. Abres el arcón y retiras la segunda colección de papeles. Regresas al pie de la cama; la señora Consuelo acaricia a su conejo blanco.”
 Carlos Fuentes. “Aura”
 
NARRADOR DISFRAZADO
Es un narrador en primera persona pero disfrazado de tercera. Ese narrador sabe lo mismo que el personaje del que se habla, ni más ni menos. Lee su pensamiento, pero no el de los demás personajes. Y no tiene omnipresencia: solo ve y escucha lo que el personaje sería capaz de ver o escuchar. En muchos casos.
Ejemplo:
"Casi sin darse cuenta había empezado a acariciarla mientras hablaban en voz baja, tan lentamente como ella entraba en calor, los pies muy fríos enredados a los suyos, y al ir siguiendo con los dedos ahora más sensitivos y audaces el tacto de la piel y las sinuosidades ya familiares que buscaba y reconocía luego con los labios, volvió a acordarse, ahora sin miedo ni vergüenza, sólo con dulzura, casi con agradecimiento, de los sueños eróticos de los catorce años, y le pareció que la veía a ella como era ahora mismo y como había sido la primera vez que unos ojos masculinos la vieron desnuda. Lo perdía todo, se despojaba de todo, igual que al desnudarse ella había dejado caer al suelo las bragas y el sujetador y se había aproximado a él como emergiendo de las prendas abandonadas e inútiles, caídas a sus pies con un rumor de gasa. No había urgencia, ni incertidumbre, ni ademanes de fiebre o ansiosa brutalidad. La veía moverse oscilando, erguida, acomodándose despacio encima de él, el pelo sobre la cara, mezclado con la sombra, los hombros hacia atrás, las dos manos que le sujetaban con fuerza los muslos.
Desfallecieron los dos en la misma oleada densa de dulzura, que él fue percibiendo como si le llegara desde lejos, anunciada, indudable, desconocida, duradera y lenta, no extinguida todavía después del final, cuando se quedaron quietos los dos y ella se desprendió poco a poco de él mientras iba dejándose caer a su lado."
 Antonio Muñoz Molina.Plenilunio

NARRADOR EDITOR
El autor finge que ha encontrado unos papeles manuscritos de forma más o menos fortuita, y que los entrega al editor sin modificaciones, a excepción de las explicaciones previas y posteriores en las que trata de hacer creíble ese hallazgo y la necesidad de publicar esos manuscritos. Incluso Cervantes utilizó esta técnica en el Quijote, a través de unos manuscritos escritos por Cide Hamete Benengeli.
Ejemplo:
“Como oficial del ejército francés, me tocó asistir al sitio de Zaragoza. Pocos días después de la toma de la ciudad, habiendo avanzado hasta un lugar apartado, descubrí una casita de muy buen aspecto, que en principio pensé no había sido visitada aún por ningún francés. Tuve la curiosidad de entrar, y llamé a la puerta, pero al ver que no estaba cerrada, la empujé y entré. Aunque llamé y busqué por toda la casa, no encontré a nadie. Sin duda Se habían llevado todo lo que tenía algún valor y ya no quedaban sobre las mesas y en los muebles más que objetos de poca importancia. En un rincón advertí, sin embargo, esparcidos por el suelo varios cuadernos escritos, y al echarles una ojeada comprobé que contenían un manuscrito en español. Aunque mi conocimiento de esa lengua es escaso, sabía lo necesario para darme cuenta de era un texto entretenido, en el que se hablaba de bandidos, de almas en pena y de adictos a la cabala; pensé que nada mejor para distraerme de las fatigas de la campaña que la lectura de una novela extraña. Y convencido de que el curioso manuscrito no volvería ya a su legítimo dueño, no vacilé en apropiármelo”
El manuscrito encontrado en Zaragoza

NARRADOR EN PRIMERA PERSONA DEL PLURAL:
Es menos frecuente que los anteriores, porque tiene la desventaja de que hablar en plural hace que no existan muchas particularidades propias de un único personaje narrador, sino solo las que tiene en común con los otros que forman el “nosotros”
Ejemplo:
“Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse”
Cortázar. Casa tomada 
NARRADORES MÚLTIPLES O MULTIPERSPECTIVISTAS:
Se van quitando la palabra unos a otros, hablando siempre en primera persona. Cada personaje aporta un punto de vista diferente de una misma historia, y entre todos, con sus versiones contradictorias incluidas, consiguen que el lector sea el único que tenga todos los datos
Ejemplo:
Atlas de geografía humana de Almudena Grandes o Hablando del asunto de Julián Barnes
 NARRADOR MIXTO:
Van intercalándose entre la primera y la tercera persona. A veces, el cambio se realiza entre capítulos pares e impares, y en otras hay un primer bloque escrito en tercera persona y un segundo en primera.
Ejemplo:
La soledad era esto de Juan José Millás
En casos extremos, el narrador puede cambiar de forma vertiginosa.
Ejemplo:
“Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos”
Cortázar. Las babas del diablo
NARRADOR INEXISTENTE:
No existe nadie que cuente la historia. Su autor se las ingenia para presentar ante el lector una serie de materiales en crudo (informes, monólogos interiores, diálogos sin acotaciones, cartas), sin que nadie los comente o los hile.
Ejemplo:
El beso de la mujer araña de Manuel Puig



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