lunes, 7 de mayo de 2012

¿Y cómo es él?

¿Y cómo es él?

Siempre llego tarde al trabajo, al médico, al cine, a clase... Y ese día, el día que Isabel propuso el ejercicio de la descripción también llegué tarde. A la semana siguiente intenté ser puntual, pero debo de tener un gen que me lo impide, así que, como de costumbre, llegué la última. Por las palabras que pude cazar al vuelo, deduje que el ejercicio descriptivo del compañero no se iba a realizar.
¡Qué pena! Pensé. ¿Los motivos? Pues bobadas. 
-Yo haré el ejercicio -dije.
 Examiné uno a uno a cada componente de la clase, era difícil.  Pero continué buscando. Y cuando ya lo tenía decidido le vi, tan calladito, tan formal, tan serio, me preguntaba quién sería. Creí conocerle ¿habrá salido en televisión? ¿Cómo se llamará? Es igualito a Hamphrey Bogart,  con poco pelo, pero igualito. Parecía salido de Casablanca.
Sí señor, ese hombre sería mi personaje.
Necesitaría algunas semanas para buscar detalles. Pedro, que así es como se llama, resultó ser amigo de Punset, que no es que me guste Punset,  con ese pelo  y ese acento tan catalán, sobre todo  cuando dice lo de “ un pan naturallll” pero  me parece interesante, como él.
Empezó a leer relatos en clase, algunos me gustaban más que otros, todos  muy bien escritos, pero había párrafos que me costaba entender, culpa mía y de mi escaso vocabulario. Y así fue pasando el tiempo... Seguía pensando que le había visto en otro sitio, no es de extrañar porque Pedro está en todas partes... Resultó conocer al protagonista de un relato de otra compañera. Si hubiera conocido a algún protagonista de algún relato mío, lo habría flipado en colores.
Todo iba de maravilla, ya  tenía a Pedro medio descrito, hasta que  descubrí su lado más íntimo. Ejercicio propuesto carta de amor. Pedro nos leyó su carta, muy bien escrita, como siempre, pero larga, como un día sin pan. Nos soltó un rollo que no supe muy bien interpretar. Nos pasamos media hora discutiendo si la carta iba dirigida a su mujer, a su querida, a la querida de su querida o a la madre que parió a la querida.  No sé si la carta gustó o no, pero polémica causó un rato y eso es lo que pasa con Pedro que se hace notar. Lo bonito hubiese sido describir a Pedro de una forma más poética, pero  a mi no me gusta y tampoco lo sé hacer.  Ese mismo día salimos de clase y nos fuimos a tomar unas cañas a un bar cercano,  después nos despedimos como siempre y cada uno se fue  en una dirección, excepto Pedro y yo que nos quedamos charlando un rato más, cuando llegó el momento de despedirnos, me confesó que ese había sido el último día que iría a clase. Sin decir ni una sola palabra me cambié de acera. Pedro me llamó y me dijo:
- No te preocupes siempre tendremos  París.