Cuando mi abuela decidió irse a vivir con nosotros al
pueblo, mi abuelo tenía la cabeza llena de agujeros blancos. Andrés apenas un
año atrás gozaba de un cargo importante, pero sus precipitadas lagunas le
apartaron de los lujos y placeres que el estatus en la empresa le aseguraban.
Hasta de su piel se habían borrado los instantes ocultos vividos con Paula.
Para mi abuela tampoco había sido fácil. Tuvo que renunciar
a ciertos caprichos que ya no se podía permitir, peluquería, manicura, spa, y
café con pastas en el bar de Sofía. Y es que era demasiado tiempo el que tenía
que dedicarle a Andrés, siempre preocupada, siempre pendiente, siempre aquí y
siempre allí. Carmencita, como él la llamaba, era una mujer entregada, toda su
vida se la había dedicado a él; antes y después de que empezasen los largos
recorridos por la nada. No sería ahora cuando le fuera a dar la espalda. Había
decidido con serenidad y determinación convertirse en la línea conductora de
sus pasos indecisos. Costó iniciar la partida, pero con el tiempo podrían ser
los maestros de su nueva vida.
Ahora se desenvuelven bien, mis padres también disfrutan de
una buena posición social, pero el pueblo es otra cosa. A veces me parece ver
en los ojos sin ayer del abuelo un pasillo repleto de nostalgia, iluminado con
la luz ambarina de los recuerdos invisibles e impalpables. Sombras de roces que
despiertan su cuerpo y quizás dan un suave color a la albura que rellena los agujeros
en su cabeza.
Me asusté cuando tras las cortinas vi bajar al abuelo del
“carro”, así llamamos al viejo coche que solemos dejar frente a la puerta para
movernos por los alrededores; lo utiliza mi padre, que es un romántico
empedernido y se enamora de las cosas para siempre, al igual que de las
personas; mientras el flamante LandRover duerme en el garaje.
Caminaba erguido, parecía haber recuperado su edad y su
atractivo. Sólo por un momento una esperanza estéril cruzó por mi mente. Se
había puesto el traje azul de los domingos y hasta con la ventana cerrada se
podía aspirar el rico aroma a Heno de Pravia que desprendía. Le delataban los botones mal abrochados de su
camisa y las zapatillas de estar por casa que olvidó cambiar por los zapatos.
Pulsó el timbre con seguridad e insistencia. Le abrí la
puerta y antes de que yo dijese nada comenzó a hablar. Formaba palabras como
estrellas, lucía una sonrisa nacarada de media luna, y su rostro, con vida,
iluminaba el fondo oscuro de sus lagos. Hablaba precipitadamente y con
urgencia. Cuando pronunció la palabra “cariño” con tanto sentimiento, no pude
evitar emocionarme. Aunque sospeché que no era para mí.
-Ya está todo solucionado, por fin di el paso, como tú
querías. Ahora podemos empezar esa nueva vida. Vístete y salgamos. Tenemos todo
el tiempo del mundo para pasear por la ciudad.
Su entusiasmo me animaba a creer que la felicidad, aunque
fuese de humo, era posible, aun cuando solo sucediese a intervalos espaciados y
breves.
Me volví, a mi espalda estaba mi abuela. Por su rostro de
estatua dolorida rodaron lágrimas gruesas cuando el abuelo Andrés pronunció su
nombre. Ni un gesto. El llanto procedía de la corriente de sus ríos, de los que
arrastraban verbos que aspiraron a ser promesas cumplidas y solo fueron
mentiras.
- ¡Paula, Paula, vámonos! –decía mi abuelo.
El carro que dejó sin freno de mano y con las llaves puestas
se estrelló contra la tapia del cobertizo.
El abuelo al escuchar el ruido producido por el impacto se
volvió asustado. Con el recuerdo de aquellas horas vividas junto a Paula y la
vista fija en sus zapatillas, se dejo
caer en una silla de paja como un gorrión herido. Carmen se sentó a su lado, le
cogió la mano y le besó en la frente.
-¿Qué quieres hacer ahora? –preguntó mi abuela.
Al oírla se le
iluminó el rostro.
-Vayamos a dar ese paseo –contestó el abuelo exaltado.
Carmen le ayudo a incorporarse, se enjugó las lágrimas en un
pañuelo de papel, le cogió del brazo y se marcharon a diluir algunos recuerdos
con el viento.
Punto: Indica pausa completa y entonación descendente.
El
punto y seguido separa oraciones en las que se trata un mismo tema.
El
punto y aparte se usa para separar párrafos que desarrollan ideas diferentes.
El
punto final indica que el escrito ha concluido.
El
punto se usa después de las abreviaturas. Ej. Excmo.
En
la expresión del tiempo, el punto separa los minutos de las horas. Ej.7.30
Coma: Indica pausa breve y entonación ascendente o suspendida.
Separa
los componentes de una enumeración (palabras, grupos de palabras u oraciones),
excepto los que están precedidos de las conjunciones y, e, o, u, ni. Ej. Había
italianos, franceses, portugueses, griegos y españoles.
Separa
el último elemento de una relación en que el resto de los elementos están
separados por punto y coma. Ej. Pintó de rojo los cuadrados; de verde los
círculos; de azul los triángulos, y de amarillo, el resto.
Aísla
los vocativos del resto de la oración. Ej. Camarero, un café.
Separa
incisos explicativos, sean estos aposiciones, oraciones de relativo u oraciones
de otro tipo. Ej. Vi a Juan, el primo de Luis, en la calle.
Cuando
las partes de la oración presentan el orden invertido, separa el elemento
antepuesto siempre que admita la paráfrasis con en cuanto a. Ej. Las flores, yo
me encargo de comprarlas (En cuanto a las flores, yo me encargo de comprarlas)
Se
antepone a la conjunción o locución conjuntiva que introduce oraciones
adversativas, oraciones consecutivas y oraciones casuales. Ej. Fui al
concierto, pero no me gustó.
Separa
ciertos complementos oracionales: adverbios, construcciones preposicionales,
locuciones adverbiales y conjuntivas. Ej. Efectivamente, ocurrió como dices.
Sustituye
un verbo omitido que aparece antes o que se sobrentiende. Ej. Marta estudia
Medicina; yo, Periodismo.
En
las cabeceras de las cartas, separa el lugar y la fecha. Ej. Cádiz, 26 de Abril
de 1972.
Separa
la parte entera de la decimal en expresiones numéricas. Ej. 3,14.
Punto y coma: Indica pausa mayor que la coma y menor que el punto, y
entonación descendente.
Separa
elementos de una enumeración cuando son expresiones que incluyen comas. Ej. Ana
vive en Madrid; Raúl, en Irún; Sara, en Murcia.
Separa
oraciones yuxtapuestas con cierta vinculación semántica, espacialmente si estas
ya contienen alguna coma. Ej. Desgraciadamente, la situación era grave; urgía
encontrar una solución.
Antecede
a conjunciones y locuciones conjuntivas cómo pero, más, aunque, sin embargo,
por tanto, por consiguiente, en fin… en oraciones largas. Ej. Se habían preparado
a fondo durante varios meses; sin embargo, no pasaron la prueba.
Puntos suspensivos: Indican una pausa con entonación suspendida.
Cierran
enumeraciones incompletas, con el mismo valor que etcétera. Ej. Puedes llegar
hasta allí en coche, en tren, en autobús…
Expresan
duda, temor, vacilación, o buscan sorprender al lector. Ej. ¿Cómo te diría?...
No sé…
Dejan
un enunciado incompleto o interrumpido. Ej. Ya sabes: Quien a buen árbol se
arrima…”
Indican
la supresión de una parte de un texto que se cita literalmente. En este caso,
se ponen entre corchetes o entre paréntesis. Ej. “En un lugar de la Mancha...
(…), no ha mucho tiempo que vivía (…)”.
Dos puntos: Indican pausa similar a la del punto, con entonación
descendente.
Anuncian
o cierran una enumeración Ej. Mi familia consta de cinco miembros: mis padres,
mis dos hermanos y yo. El 1, el 44 y el 12: son los autobuses que pasan por mi
casa.
Preceden
a citas textuales: Ej. Dice el refrán: “A mal tiempo…”
Siguen
a las fórmulas de saludo en cartas y documentos. Ej. Querida Laura: Me alegra
Unen
oraciones que expresan una relación causa-efecto, una conclusión o una
explicación. Ej. Está enfermo: no podrá asistir al acto.
Separan
los ejemplos del resto de la oración. Ej. Encontró algunos datos útiles para su
investigación: su partida de nacimiento, por ejemplo.
En
la expresión del tiempo, separan las horas de los minutos. Ej. 23:15
Signos de interrogación y exclamación: El signo de principio de interrogación (¿) o de
exclamación (¡) se coloca donde empieza la interrogación o la exclamación. En
español es obligatorio poner siempre el signo de apertura. Ej. Raquel, ¿te has
decidido ya?
Después
del signo de cierre de interrogación (?) o de exclamación (!) no se escribe
nunca punto. Ej. ¿De dónde vienes? Es muy tarde ya.
Paréntesis: Encierran aclaraciones o incisos que se separan del
resto del discurso.
Indican
interrupción del discurso para intercalar alguna observación larga o de escasa
relación con el resto. Ej. El partido (estaba lloviendo a mares) fue aburrido.
Intercalan
algún dato o precisión. Ej. Vivo en Ribadesella (Asturias).
Encierran
una palabra o parte de ella, de modo que se evita introducir una opción en el
texto. Ej. Deberá justificar el (los) día (s) de ausencia.
Corchetes: Encierran aclaraciones o información complementaria.
Introducen
alguna precisión o aclaración en un enunciado que va entre paréntesis. Ej. Ha
estudiado en la Universidad de Berkeley (San Francisco [California]).
Raya: Encierra aclaraciones o incisos que interrumpen el discurso. Ej. Viajó
a La Coruña
-su
–ciudad natal- para visitar a la familia.
Señala
las intervenciones de los hablantes en un diálogo. Ej.
-¿Adónde
vas?
-A
la biblioteca, a consultar un libro.
Introduce
comentario del narrador en las intervenciones de los personajes. Ej.
-¡Pero
Emilio! –exclamó Andrea. ¿Qué haces aquí?
-Acabo
de regresar de mi viaje –respondió Emilio.
Guión: Separa los elementos de determinadas palabras compuestas. Ej.
Hispano-ruso.
Divide
una palabra a final del renglón. Ej. Cata-rro.
En
expresiones numéricas indica intervalos. Ej. Págs. 3-8.
Comillas: Reproducen citas textuales. Ej. Su padre contestó:
“No”, y se marchó.
Indican
que una palabra o expresión es vulgar o de otra lengua, o tiene sentido
especial. Ej. Siempre contesta mal: es muy “simpático”. El autor emplea la
técnica del “Flash-back”.
Indican
que una palabra o expresión está usada
de forma metalingüística. Ej. La palabra `banco’ es polisémica.
Alteran el
orden normal de aparición de las palabras en la oración.
Bimembración:
Consiste en dividir un verso en dos partes que tengan una estructura
equivalente, es decir, las palabras de cada parte deben pertenecer a la misma
categoría gramatical y deben estar colocadas en el mismo orden.
Hipérbaton:
Consiste en alterar el orden lógico o normal de la oración.
Quiasmo:
Consiste en colocar dos miembros equivalentes cruzados, de modo que dichos
miembros presenten ordenaciones inversas.
Retruécano:
Consiste en contraponer dos oraciones que tengan las mismas palabras, pero en
un orden diferente, de manera que sus sentidos se opongan.
FIGURAS DE
REPETICIÓN
Consisten en
la repetición de un sonido, una palabra o una oración.
Aliteración:
Consiste en la repetición de uno o más sonidos en un verso, con el fin de
imitar un sonido y transmitir una sensación.
Anadiplosis:
Consiste en la repetición de la última palabra de un verso al principio del
verso siguiente.
Anáfora:
Consiste en la repetición de una palabra al principio de cada verso o frase.
Concatenación:
Consiste en la repetición de la última o últimas palabras de un verso o frase
al principio del verso o frase siguiente. Se trata de una anadiplosis
continuada.
Epanadiplosis:
Consiste en empezar y terminar un verso con la misma palabra.
Epífora:
Consiste en la repetición de una palabra o expresión al final de varios versos.
Paralelismo:
Consiste en contraponer dos palabras de sonido parecido pero de distinto significado.
Pleonasmo:
Consiste en emplear en el verso palabras innecesarias para su comprensión.
Polisíndeton:
Consiste en la repetición de las conjunciones en un verso.
FIGURAS DE
SUPRESIÓN
Consisten en
la supresión de una palabra u oración.
Asíndeton:
Consiste en la eliminación de nexos en un verso con el fin de que la expresión
adquiera más viveza.
Elipsis:
Consiste en la supresión de una o varias palabras del verso con el fin de
intensificar la expresión.
FIGURAS DE
SIGNIFICADO
Provocan
cambios en el significado de las palabras.
Alegoría:
Consiste en transformar el sentido global de un texto para expresar una idea
distinta utilizando el procedimiento de la metáfora.
Antítesis:
Consiste en el enfrentamiento de palabras u oraciones que tienen significados
opuestos.
Apóstrofe:
Consiste en utilizar una exclamación para dirigirse a alguien o algo.
Calambur:
Consiste en realizar un juego de palabras cambiando la agrupación de las
sílabas de una o de más palabras de modo que varíe totalmente su sentido.
Hipérbole: Consiste
en exagerar aquello de lo que se habla.
Metáfora:
Consiste en la identificación de un término real con otro imaginario entre los
que existe alguna semejanza. No es necesario que aparezcan los dos términos de
la identificación.
Metonimia:
Consiste en designar una cosa con el nombre de otra con la que guarda una
relación de causa a efecto, de autor a obra, o de algún tipo de contigüidad
temporal, causal o espacial.
Paradoja:
Consiste en utilizar una expresión aparentemente contradictoria que invita a la
reflexión.
Personificación:
Consiste en atribuir a un ser irracional o a una cosa inanimada o abstracta
cualidades o acciones propias de los seres humanos.
Simil:
Consiste en la comparación de dos objetos o realidades mediante un nexo (como,
más que, parece, etc.)
Sinécdoque:
Consiste en alterar el significado de una palabra por extensión o por
restricción.
Sinestesia:
Consiste en unir dos sensaciones que pertenecen a campos sensoriales distintos.
Nos hemos ocupado de la mirada y la voz del narrador,
y de los personajes que deambulan por la ficción. Ahora le toca el turno a la
construcción del país en que habitan todos ellos. Tiempo, lugar y acción son
las coordenadas que dan consistencia a este país ficticio que cada escritor
imagina, tejiendo una red de la que se “prende” la historia para existir.
El tiempo, tal vez sea el tema más complejo debido a
la cantidad de vertientes que contiene y porque sobre él descansan algunas de
las cuestiones narrativas más importantes, como la estructura y el ritmo del
relato. De ahí que el señor tiempo haya sido materia continua de
experimentación en la literatura y no solo materia, sino también tema: es el
protagonista indiscutible de un sinfín de cuentos y novelas.
Se dice que la literatura, al igual que la música, es
un arte que precisa de la sucesión del tiempo y del movimiento para su
composición. Frente a otras artes, como la escultura y la pintura, que se
consideran especiales, la literatura es tiempo.
El reloj de la literatura funciona de un modo distinto
al nuestro. El tiempo en el que habitamos los seres humanos sigue un orden
cronológico y medido. En el tiempo real, el nacimiento sucede antes que la
muerte y una hora dura siempre sesenta minutos. En cambio, en la ficción
podemos contar la muerte antes que el nacimiento. El tiempo de la literatura es
elástico, flexible, poroso y nos ofrece libertades que el tiempo real no posee,
aunque también se rige por leyes propias.
Además del tiempo rígido que marca el calendario, al
que llamaremos tiempo objetivo, también nos desenvolveremos dentro de otro
tiempo, un cronómetro interno, psicológico, que depende de nuestro estado de
ánimo y al que denominaremos tiempo subjetivo.
La intersección de estos dos tiempos nos da el
cronómetro vital de los seres humanos el del Homo sapiens. No obstante, en la sociedad del Homo fictus también intervienen estos dos tiempos.
De los tres “jugadores” que participan en la
literatura: el escritor, el narrador y el lector, sólo el segundo está dentro
de ese tiempo de ficción. El escritor y el lector viven inmersos en la época
que les ha tocado vivir y eso influye, tanto a la hora de escribir una obra
como a la hora de leerla.
Llamaremos a ese tiempo exterior a la ficción, pero
que influye de forma decisiva en ella, tiempo externo, un concepto muy valioso
para nosotros como lectores, porque, incluso si nos enfrentamos a una narración
fantástica, seremos capaces de seguir las huellas de la época en la que vivió
el escritor.
El tiempo interno es el que circula dentro de la
narración. Cada cuento o cada novela posee su propio tiempo, un tiempo
protegido del exterior en su calidad de mundo inventado. Aprender a manejar
este tiempo es dominar muchos de los secretos del ritmo, de la intriga y de la
construcción argumental. En cualquier narración funcionan dos segmentos de
tiempo:
El tiempo de la acción: orden y duración de los
acontecimientos.
El tiempo de la narración: orden y duración de la
narración.
El tiempo de la acción: es la duración real de la
historia.
Ejemplo: Cien años de soledad de Gabriel García
Márquez, abarca un periodo de cien años en la vida de una familia los Buendía.
El tiempo de la acción sería entonces la línea
temporal que recorre esos cien años en duración real y orden cronológico. Pero
García Márquez, para contar esos cien años ha elegido secciones temporales,
acontecimientos que explican la historia, y ha pasado por encima de los tiempos
muertos omitiendo semanas meses e incluso años enteros.
Además, la historia no está contada de un modo
ordenado, sino que el lector salta en el tiempo continuamente hacia delante y
hacia atrás.
A esa selección de momentos y a esa forma de ordenar
la historia es a lo que llamamos tiempo de la narración.
En cuanto al orden. El tiempo de la acción es lineal
–los hechos ocurren en sucesión cronológica-, pero el tiempo de la narración
puede variar ese orden: permite empezar una historia por el final y luego
contar el principio, o empezar por la mitad, o ir dando saltos arbitrariamente
hasta reconstruir la narración a los ojos del lector como quien compone un
puzle.
En cuanto a la duración. El narrador tiene potestad
sobre el tiempo de la narración para apresurarlo, ralentizando o hacerlo
desaparecer.
Estos dos tipos de relaciones –de orden y duración-
que se producen entre el tiempo de la narración marcan las reglas del juego
respecto al tiempo de la ficción.
La máquina del tiempo funciona de la forma siguiente:
Las distorsiones que se producen entre los dos
segmentos de tiempo se llaman anacronías.
La anacronía es la alteración del orden cronológico
del tiempo de la acción con respecto al tiempo de la narración.
Si situamos al narrador en un eje temporal, puede desplazarse
hacia atrás o hacia delante respecto a ese eje, al que llamaremos tiempo
principal.
El narrador elige un tiempo principal y desde ahí
viajan hacia el pasado o hacía el futuro de ese instante en el que narra, de
tal forma que, dentro del texto, ese tiempo principal convive con otros tiempos
secundarios. Esa diversidad de estratos o planos temporales aportan al relato
profundidady riqueza narrativa y
concede al escritor unas posibilidades de juego con las que no contaría si el
narrador respetara un riguroso orden cronológico.
Las formas básicas de anacronía son la analepsis y las prolepsis.
Cuando el narrador relata un hecho situado en el pasado respecto al tiempo principal, ese retroceso se llama analepsis.
Cuando el salto se produce hacia delante, hacia el futuro, el término empleado es el de prolepsis.
El uso de las anacronías obedece a muy distintos objetivos.
Estos son las más importantes: La caracterización de personajes: a veces debemos dar pistas sobre el pasado o el futuro del personaje para caracterizarlo de forma más completa. El desarrollo de la intriga: dosificando la información y ocultando hechos; por ejemplo, se omite un suceso y, después, en el transcurso de la narración, se hace una alusión retrospectiva del mismo.
La manipulación de las expectativas del lector,
adelantando la información sobre lo que va a suceder.
La creación de cierto tipo de atmósferas (de
misterio, intriga, tensión, etc)
Esta estratificación del tiempo, es decir, esa
cohabitación de épocas distintas con las que juega la literatura, interviene en
dos niveles de narración:
En el micronivel: el narrador, mediante un juego de
tiempos verbales, puede introducir distintas épocas en un mismo párrafo.
En el macronivel: actuando en la arquitectura, en la
estructura del relato, es decir, en la forma en que está organizada la
historia.
El punto de vista temporal y los tiempos verbales
El narrador se ubica en ese tiempo principal o punto
de vista temporal, pudiendo utilizar cada uno de los tiempos verbales –pasado,
presente o futuro-.
Dispone, pues, de tres alternativas:
Situarse en el pasado: el narrador cuenta algo que ya
ha sucedido y que, por naturaleza, es invariable. Es el tiempo más utilizado en
la técnica narrativa.
Situarse en el presente: el narrador cuenta lo que
está sucediendo en ese instante. Su punto de vista temporal está situado en la
misma línea narrativa que la acción, de forma que los hechos ocurren al mismo
tiempo que se cuentan.
Situarse en el futuro: el punto de vista temporal se
sitúa en algo que todavía no ha sucedido, que ocurrirá en un futuro mediato o
inmediato. El futuro da al narrador, en algunos casos, un tono imperativo, de
mandato, como si tuviera control sobre lo que va a suceder.
El escritor tiene otra alternativa en el espacio
gramatical del futuro: puede optar por el tiempo de la posibilidad, esto es, un
tiempo que tiende su mano hacia el porvenir, pero no como certeza, sino como
probabilidad. Es el tiempo condicional, que expresa una acción probable o
posible, una suposición o un cálculo aproximado.
El tiempo subjetivo
Presente, pasado y futuro pertenecen al modo
indicativo y, por tanto, expresan una actitud objetiva del hablante –se narra
una acción real-. Pero existe otro modo, el modo subjuntivo, que da cuenta de
los deseos, las dudas o los temores del que habla. Es un modo verbal que
presenta hechos que acontecen en la mente del personaje y no en su realidad, un
modo verbal conectado muy directamente con ese reloj mental del personaje,el tiempo subjetivo, un tiempo que hay que tener
en cuenta a la hora de narrar.
El tejido verbal de un texto, es decir, el dibujo
temporal que se hila en cada párrafo, debe tender a atar todos los cabos, del
pasado, del presente y del futuro, así como también los otros tiempos, el
tiempo del deseo y del temor, que acontecen en la mente del personaje.
RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
La enumeración
El recurso de la enumeración ha convocado a las musas
en todas las épocas de la literatura. Así se expresa el escritor colombiano
Fernando Vallejo con respecto a la enumeración en literatura:
La literatura a fin de cuentas es una
larga enumeración. El famoso catálogo de las naves del segundo canto de la
Ilíada enumera los pueblos que concurren a la guerra de Troya: “Los que venían
de Argos… Los que venían de Lacedemonia… Los que venías de Pilos…." Por casi
cuatrocientos hexámetros, Homero hace el recuento de los asaltantes y
defensores de la ciudad ¿Pero qué otra cosa es la Ilíada en sí sino la
prolongada enumeración de los incidentes de esa guerra?
Como en el lenguaje común, enumerar es reseñar todos
aquellos elementos que componen un conjunto. Se trata de un recurso estilístico
que a menudo nos pasa desapercibido en nuestras lecturas, pero del que está
plagada la narrativa del siglo XX, por su capacidad de provocar ritmos y crear
imágenes poderosas que pueden estar cargadas de un notable contenido poético.
La enumeración es música y cajón de sastre donde
términos lejanos se unen para alumbrar desconcertantes armonías de significado
y sonido.
Además de una oportunidad para introducir poesía en
medio de la prosa, la enumeración pone en nuestras manos una fórmula eficaz
para contar muchas cosas en un solo párrafo.
Tipos de enumeración
Enumeración completa: Se produce cuando los dos
últimos miembros están unidos por coordinación(1)
Enumeración incompleta: Es cuando los dos últimos
elementos de la enumeración vienen ligados por yuxtaposición(2), lo que
produce asíndeton.
Enumeración mixta: En este caso, launión de los miembros se produce por
polisíndeton.
Ejercicio
Hacer una lista de amigos o conocidos, a continuación
detallar los rasgos principales de cada uno de ellos.
Intentar enumerar a los personajes –usando
combinaciones de sustantivo + adjetivo- siguiendo los distintos tipos de
enumeración: completa, incompleta y mixta.
LECTURAS RECOMENDADAS
Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo del
volumen ojos de perro azul (Gabriel García Márquez)
Vida y opiniones del Cabellero Tristram Shandy
(Laurence Sterne)
El experimento del Dr. Heidegger del volumen Wakefield
y otros cuentos (Nathaniel Hawthorne)
PROPUESTA EJERCICIO
Una pareja se encuentra por casualidad después de años
de separación. El narrador en tercera persona omnisciente, recreará para el
lector la historia que vivieron esas dos personasy el motivo de la ruptura. Anticipará el
futuro, aquello que va a suceder tras el encuentro. Eso significa que el
narrador omnisciente deberá tender un hilo hacia delante y otro hacia atrás y
explicar la trascendencia, para la vida de los personajes de esa casualidad. No
se propone un entorno ni una situación concreta para no cerrar la propuesta.
Pero se debe narrar de tal forma que el lector lo vea, es decir, se debe crear
un ambiente (cómo y dónde se encuentran), caracterizara los personajes y definir las circunstancias
concretas de ese diálogo.
(1) Relación de unión o exclusión entre oraciones
simples sin que exista ningún tipo de subordinaciónentre ellas. Están unidas por un nexo
(2) Relación entre dos o más oraciones simples sin
ningún nexo que las una. Se separan por una pausa en el lenguaje oral y por una
coma en el escrito.
El 31 de Octubre pude disfrutar, muchísimo, de una velada literaria en la Fundación Lázaro Galdiano. Ignacio Vleming y Vanesa Pérez Sauquillo fueron los poetas encargados de introducirnos en ese recorrido.
No voy a desvelar mucho de esta visita, ya que os recomiendo a todos que si tenéis ocasión, disfrutéis en vivo de ella.
El primer texto que nos leyó Vanesa, magistralmente, fue el siguiente fragmento de Salomé de Oscar Wilde.
"¡Ah! No me estás escuchando. Tranquilízate. Mírame a mí, ¿acaso no estoy calmado? Yo estoy totalmente calmado. Escucha. Tengo joyas escondidas en este palacio- joyas que incluso tu madre jamás ha visto; joyas que son maravillosas a la vista. Tengo un collar de perlas, dividido en cuatro hileras. Son como lunas encadenadas con rayos de plata. Son incluso como medio centenar de lunas atrapadas en una red de oro. Descansaron en el pecho de marfil de una reina. Serás tan hermosa como una reina cuando las uses. Tengo amatistas de dos clases, una que es negra como el vino, y una que es roja como vino coloreado por agua. Tengo topacios amarillos como ojos de tigres, y topacios rosas como ojos de una paloma torcaz, y topacios verdes como ojos de gatos. Tengo ópalos que siempre arden, con una llama que es fría como el hielo, ópalos que entristecen las mentes de los hombres, y que le temen a las sombras. Tengo piedras de ónix como pupilas de mujeres muertas. Tengo piedras lunares que cambian cuando la luna cambia y que palidecen cuando ven el sol. Tengo zafiros como grandes cascarones, y tan azules como flores. El mar se mueve dentro de ellos, y la luna nunca viene a perturbar el azul de sus olas. Tengo crisolitos y berilos, y crisopacios y rubíes; tengo piedras sardónicas y jacintos, y piedras calcedonias, y te las daré todas a ti, e incluso más cosas te daré. El rey de las Indias me acaba de mandar cuatro abanicos adornados con plumas de pericos, y el rey de Numidia un atuendo con plumas de avestruz. Tengo un cristal, en el que no es permitido que mujer alguna mire, y que ningún joven puede mirar a menos que haya sido golpeado con palos antes. En un cofre de nácar tengo tres maravillosas turquesas. Aquel que las usa en su frente puede imaginar cosas que no son verdad, y aquel que las usa en su muñeca puede hacer estériles a las mujeres que no lo son. Estos son tesoros maravillosos. Son tesoros que no tienen precio. Pero esto no es todo. En un cofre de marfil tengo dos copas de ámbar que son como manzanas de oro puro. Si un enemigo vierte veneno en ellas, se convierten en manzanas de plata. En un cofre incrustado con ámbar tengo sandalias con incrustaciones de cristal. Tengo mantos que han sido traídos de la tierra de Serer, y brazaletes guarnecidos de carbunclos y con jade traído de la ciudad de Éufrates... ¿Qué más puedes desear aparte de esto, Salomé? Dime aquello que desees, y te lo daré. Todo lo que me pidas te daré, excepto una cosa. Te daré todo lo que es mío, excepto la vida de un hombre. Te daré el manto del sumo sacerdote. ¡Hasta te daré el velo sagrado del templo!"
Este cuadro de Joshua Reynolds "Lady Sondes" fue otro de los que nos presentaron en esta Velada.
"Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al pintor y se desposó con él. Él tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza, toda luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto para él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su modelo le inspiraba. Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: "¡En verdad, esta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!"
Otro de los cuadros que nos ofrecieron en bandeja de plata fue el de "El Salvador adolescente" se le atribuía a Leonardo da Vinci aunque se dice que no era suyo. La lectura escogida para esta obra de arte era un fragmento del libro "Entrevista con el vampiro" de Anne Rice.
Este objeto llamó mucho mi atención. Curioso, Urna que recoge las cenizas de un ruiseñor.
Mis raíces son del sur, aunque nací en Madrid. Paso la mayor parte del día en la Asesoría donde trabajo. Tengo ocho compañeros, estupendos, de esos que no quedan. Voy a clases de creación literaria, que después de sonreír, es lo que más alivia el estrés que sufro, no tengo muchos amigos, los suficientes. Soy una cabra loca con un montón de cosas por descubrir y lo que más deseo en el mundo es que mi hijo sea feliz.