Nos hemos ocupado de la mirada y la voz del narrador,
y de los personajes que deambulan por la ficción. Ahora le toca el turno a la
construcción del país en que habitan todos ellos. Tiempo, lugar y acción son
las coordenadas que dan consistencia a este país ficticio que cada escritor
imagina, tejiendo una red de la que se “prende” la historia para existir.
El tiempo, tal vez sea el tema más complejo debido a
la cantidad de vertientes que contiene y porque sobre él descansan algunas de
las cuestiones narrativas más importantes, como la estructura y el ritmo del
relato. De ahí que el señor tiempo haya sido materia continua de
experimentación en la literatura y no solo materia, sino también tema: es el
protagonista indiscutible de un sinfín de cuentos y novelas.
Se dice que la literatura, al igual que la música, es
un arte que precisa de la sucesión del tiempo y del movimiento para su
composición. Frente a otras artes, como la escultura y la pintura, que se
consideran especiales, la literatura es tiempo.
El reloj de la literatura funciona de un modo distinto
al nuestro. El tiempo en el que habitamos los seres humanos sigue un orden
cronológico y medido. En el tiempo real, el nacimiento sucede antes que la
muerte y una hora dura siempre sesenta minutos. En cambio, en la ficción
podemos contar la muerte antes que el nacimiento. El tiempo de la literatura es
elástico, flexible, poroso y nos ofrece libertades que el tiempo real no posee,
aunque también se rige por leyes propias.
Además del tiempo rígido que marca el calendario, al
que llamaremos tiempo objetivo, también nos desenvolveremos dentro de otro
tiempo, un cronómetro interno, psicológico, que depende de nuestro estado de
ánimo y al que denominaremos tiempo subjetivo.
La intersección de estos dos tiempos nos da el
cronómetro vital de los seres humanos el del Homo sapiens. No obstante, en la sociedad del Homo fictus también intervienen estos dos tiempos.
De los tres “jugadores” que participan en la
literatura: el escritor, el narrador y el lector, sólo el segundo está dentro
de ese tiempo de ficción. El escritor y el lector viven inmersos en la época
que les ha tocado vivir y eso influye, tanto a la hora de escribir una obra
como a la hora de leerla.
Llamaremos a ese tiempo exterior a la ficción, pero
que influye de forma decisiva en ella, tiempo externo, un concepto muy valioso
para nosotros como lectores, porque, incluso si nos enfrentamos a una narración
fantástica, seremos capaces de seguir las huellas de la época en la que vivió
el escritor.
El tiempo interno es el que circula dentro de la
narración. Cada cuento o cada novela posee su propio tiempo, un tiempo
protegido del exterior en su calidad de mundo inventado. Aprender a manejar
este tiempo es dominar muchos de los secretos del ritmo, de la intriga y de la
construcción argumental. En cualquier narración funcionan dos segmentos de
tiempo:
El tiempo de la acción: orden y duración de los
acontecimientos.
El tiempo de la narración: orden y duración de la
narración.
El tiempo de la acción: es la duración real de la
historia.
Ejemplo: Cien años de soledad de Gabriel García
Márquez, abarca un periodo de cien años en la vida de una familia los Buendía.
El tiempo de la acción sería entonces la línea
temporal que recorre esos cien años en duración real y orden cronológico. Pero
García Márquez, para contar esos cien años ha elegido secciones temporales,
acontecimientos que explican la historia, y ha pasado por encima de los tiempos
muertos omitiendo semanas meses e incluso años enteros.
Además, la historia no está contada de un modo
ordenado, sino que el lector salta en el tiempo continuamente hacia delante y
hacia atrás.
A esa selección de momentos y a esa forma de ordenar
la historia es a lo que llamamos tiempo de la narración.
En cuanto al orden. El tiempo de la acción es lineal
–los hechos ocurren en sucesión cronológica-, pero el tiempo de la narración
puede variar ese orden: permite empezar una historia por el final y luego
contar el principio, o empezar por la mitad, o ir dando saltos arbitrariamente
hasta reconstruir la narración a los ojos del lector como quien compone un
puzle.
En cuanto a la duración. El narrador tiene potestad
sobre el tiempo de la narración para apresurarlo, ralentizando o hacerlo
desaparecer.
Estos dos tipos de relaciones –de orden y duración-
que se producen entre el tiempo de la narración marcan las reglas del juego
respecto al tiempo de la ficción.
La máquina del tiempo funciona de la forma siguiente:
Las distorsiones que se producen entre los dos
segmentos de tiempo se llaman anacronías.
La anacronía es la alteración del orden cronológico
del tiempo de la acción con respecto al tiempo de la narración.
Si situamos al narrador en un eje temporal, puede desplazarse
hacia atrás o hacia delante respecto a ese eje, al que llamaremos tiempo
principal.
El narrador elige un tiempo principal y desde ahí
viajan hacia el pasado o hacía el futuro de ese instante en el que narra, de
tal forma que, dentro del texto, ese tiempo principal convive con otros tiempos
secundarios. Esa diversidad de estratos o planos temporales aportan al relato
profundidad y riqueza narrativa y
concede al escritor unas posibilidades de juego con las que no contaría si el
narrador respetara un riguroso orden cronológico.
Las formas básicas de anacronía son la analepsis y las prolepsis.
Cuando el narrador relata un hecho situado en el pasado respecto al tiempo principal, ese retroceso se llama analepsis.
Cuando el salto se produce hacia delante, hacia el futuro, el término empleado es el de prolepsis.
El uso de las anacronías obedece a muy distintos objetivos.
Estos son las más importantes:La caracterización de personajes: a veces debemos dar pistas sobre el pasado o el futuro del personaje para caracterizarlo de forma más completa.
El desarrollo de la intriga: dosificando la información y ocultando hechos; por ejemplo, se omite un suceso y, después, en el transcurso de la narración, se hace una alusión retrospectiva del mismo.
La manipulación de las expectativas del lector,
adelantando la información sobre lo que va a suceder.
La creación de cierto tipo de atmósferas (de
misterio, intriga, tensión, etc)
Esta estratificación del tiempo, es decir, esa
cohabitación de épocas distintas con las que juega la literatura, interviene en
dos niveles de narración:
En el micronivel: el narrador, mediante un juego de
tiempos verbales, puede introducir distintas épocas en un mismo párrafo.
En el macronivel: actuando en la arquitectura, en la
estructura del relato, es decir, en la forma en que está organizada la
historia.
El punto de vista temporal y los tiempos verbales
El narrador se ubica en ese tiempo principal o punto
de vista temporal, pudiendo utilizar cada uno de los tiempos verbales –pasado,
presente o futuro-.
Dispone, pues, de tres alternativas:
Situarse en el pasado: el narrador cuenta algo que ya
ha sucedido y que, por naturaleza, es invariable. Es el tiempo más utilizado en
la técnica narrativa.
Situarse en el presente: el narrador cuenta lo que
está sucediendo en ese instante. Su punto de vista temporal está situado en la
misma línea narrativa que la acción, de forma que los hechos ocurren al mismo
tiempo que se cuentan.
Situarse en el futuro: el punto de vista temporal se
sitúa en algo que todavía no ha sucedido, que ocurrirá en un futuro mediato o
inmediato. El futuro da al narrador, en algunos casos, un tono imperativo, de
mandato, como si tuviera control sobre lo que va a suceder.
El escritor tiene otra alternativa en el espacio
gramatical del futuro: puede optar por el tiempo de la posibilidad, esto es, un
tiempo que tiende su mano hacia el porvenir, pero no como certeza, sino como
probabilidad. Es el tiempo condicional, que expresa una acción probable o
posible, una suposición o un cálculo aproximado.
El tiempo subjetivo
Presente, pasado y futuro pertenecen al modo
indicativo y, por tanto, expresan una actitud objetiva del hablante –se narra
una acción real-. Pero existe otro modo, el modo subjuntivo, que da cuenta de
los deseos, las dudas o los temores del que habla. Es un modo verbal que
presenta hechos que acontecen en la mente del personaje y no en su realidad, un
modo verbal conectado muy directamente con ese reloj mental del personaje, el tiempo subjetivo, un tiempo que hay que tener
en cuenta a la hora de narrar.
El tejido verbal de un texto, es decir, el dibujo
temporal que se hila en cada párrafo, debe tender a atar todos los cabos, del
pasado, del presente y del futuro, así como también los otros tiempos, el
tiempo del deseo y del temor, que acontecen en la mente del personaje.
RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
La enumeración
El recurso de la enumeración ha convocado a las musas
en todas las épocas de la literatura. Así se expresa el escritor colombiano
Fernando Vallejo con respecto a la enumeración en literatura:
La literatura a fin de cuentas es una
larga enumeración. El famoso catálogo de las naves del segundo canto de la
Ilíada enumera los pueblos que concurren a la guerra de Troya: “Los que venían
de Argos… Los que venían de Lacedemonia… Los que venías de Pilos…." Por casi
cuatrocientos hexámetros, Homero hace el recuento de los asaltantes y
defensores de la ciudad ¿Pero qué otra cosa es la Ilíada en sí sino la
prolongada enumeración de los incidentes de esa guerra?
Como en el lenguaje común, enumerar es reseñar todos
aquellos elementos que componen un conjunto. Se trata de un recurso estilístico
que a menudo nos pasa desapercibido en nuestras lecturas, pero del que está
plagada la narrativa del siglo XX, por su capacidad de provocar ritmos y crear
imágenes poderosas que pueden estar cargadas de un notable contenido poético.
La enumeración es música y cajón de sastre donde
términos lejanos se unen para alumbrar desconcertantes armonías de significado
y sonido.
Además de una oportunidad para introducir poesía en
medio de la prosa, la enumeración pone en nuestras manos una fórmula eficaz
para contar muchas cosas en un solo párrafo.
Tipos de enumeración
Enumeración completa: Se produce cuando los dos
últimos miembros están unidos por coordinación(1)
Enumeración incompleta: Es cuando los dos últimos
elementos de la enumeración vienen ligados por yuxtaposición(2), lo que
produce asíndeton.
Enumeración mixta: En este caso, la unión de los miembros se produce por
polisíndeton.
Ejercicio
Hacer una lista de amigos o conocidos, a continuación
detallar los rasgos principales de cada uno de ellos.
Intentar enumerar a los personajes –usando
combinaciones de sustantivo + adjetivo- siguiendo los distintos tipos de
enumeración: completa, incompleta y mixta.
LECTURAS RECOMENDADAS
Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo del
volumen ojos de perro azul (Gabriel García Márquez)
La máquina del tiempo (H.G.Wells)
Vida y opiniones del Cabellero Tristram Shandy
(Laurence Sterne)
El experimento del Dr. Heidegger del volumen Wakefield
y otros cuentos (Nathaniel Hawthorne)
PROPUESTA EJERCICIO
Una pareja se encuentra por casualidad después de años
de separación. El narrador en tercera persona omnisciente, recreará para el
lector la historia que vivieron esas dos personas y el motivo de la ruptura. Anticipará el
futuro, aquello que va a suceder tras el encuentro. Eso significa que el
narrador omnisciente deberá tender un hilo hacia delante y otro hacia atrás y
explicar la trascendencia, para la vida de los personajes de esa casualidad. No
se propone un entorno ni una situación concreta para no cerrar la propuesta.
Pero se debe narrar de tal forma que el lector lo vea, es decir, se debe crear
un ambiente (cómo y dónde se encuentran), caracterizar a los personajes y definir las circunstancias
concretas de ese diálogo.
(1) Relación de unión o exclusión entre oraciones
simples sin que exista ningún tipo de subordinación entre ellas. Están unidas por un nexo
(2) Relación entre dos o más oraciones simples sin
ningún nexo que las una. Se separan por una pausa en el lenguaje oral y por una
coma en el escrito.
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