El principio y el final son los dos momentos
culminantes de una historia. Son dos momentos culminantes en los que hay que
esmerarse especialmente a la hora de contar una historia. La relación entre el
principio y el final facilita la escritura de toda la narración. El principio
de una narración siempre es un señuelo, un reclamo, una llamada de atención
sobre el lector.
El final no tiene menos importancia, pues es la última
imagen que quedará en la retina, en la imaginación o en la memoria del lector.
El final es fundamental, puesto que todos los relatos
de una forma u otra manera, quedan iluminada retrospectivamente por él.
El cómo empezar está directamente relacionado en el
ritmo y el tono de la obra, lo que equivale a decir el género y el tema a
tratar.
Ejemplo de puertas más eficaces:
1) La puerta es una reflexión del narrador: un
pensamiento del narrador nos sitúa directamente en el tema.
2) La puerta es el personaje: Otro de los materiales
con lo que se construyen las puertas más atractivas son los personajes, que a
veces son descritos de forma exhaustiva.
*Otras veces el escritor es tan hábil que con la
primera frase ya nos pone delante del personaje.
*Una alternativa es el personaje se presenta a sí
mismo.
*Tal vez sea más ilustrativa para nuestros propósitos
la autopresentación del protagonista.
3) El espacio: si elegimos el espacio como umbral, esa
puerta estará construida en los materiales lentos, casi pasivos, que
proporciona la descripción.
4) La acción: la narración comienza con un rápido
movimiento, a diferencia de la anterior, que arrancaba con una descripción
estática del paisaje. Las complicaciones empiezan ya en la primera fase.
5) Llamada de atención o reclamo: A menudo el narrador
lanza un cable en el que el lector pica siempre.
Hay inicios que abren la puerta a narraciones
intimistas, y puertas que se abren a hechos extraordinarios o romances
intensos. Elegir el portal adecuado para entrar en nuestra historia es
imprescindible para que el lector se acomoda desde el primer momento a nuestro
relato.
Si el cómo comenzar marca el ritmo de la prosa y el
tono del narrador –a veces incluso nos da acceso a un género determinado-,
elegir por dónde comienza la narración nos permite acceder a una estructura
temporal. El inicio de la historia corresponde sólo en algunos casos al
principio de la narración; pero recordemos muy sucitamente las cuatro
principales estructuras temporales:
Lineal: los acontecimientos se refieren según su orden
cronológico natural.
Inversión: la narración comienza al final de la
historia da un gran salto hacia atrás, hasta el comienzo, para volver luego
hacia el final.
In media res: la narración empieza hacia la mitad de
la historia, salta en el tiempo hacia atrás para referirnos lo que ha sucedido
hasta llegar a la situación presente, y desde ahí prosigue.
Flash-back: desde una línea de tiempo cronológica se
producen continuos saltos retrospectivos.
Si el principio de una narración es la puerta de
entrada hacia ese mundo mágico que el lector se decide a explorar, el final es
el puerto al que llega el explorador cansado y sudoroso, con la mente llena de
cosas nuevas. El final es el lugar al que se llega para entenderlo todo.
Terminar bien un relato no es tarea sencilla, ya que
se trata de uno de los momentos más importantes de la trama, y a menudo todo el
armazón de lo narrado reposa sobre el final.
El cierre es el verdadero final del texto, allí donde
el último punto señala el remate de la historia.
El desenlace es el acontecimiento que resuelve la
acción, la intriga, el momento en el que se clausura el desarrollo de la
historia. Es decir, a partir de ese momento la historia ya ha terminado. Sin
embargo, es posible, que la narración no
lo haya hecho, porque muchas veces, después de ese último
acontecimiento, todavía puede quedar un fragmento conclusivo.
El desenlace es siempre un punto culminante, una
descarga de toda esa energía que la narración ha ido fraguando. Y se
corresponde con el punto álgido de la tensión, la cima de lo que llamábamos
“curva dramática” A este momento culminante se le denomina clímax.
Si después del desenlace aún aparece un breve
desarrollo textual, entonces se produce un anticlímax, el cual consiste en el
discurso que abarca desde el clímax hasta el cierre, y marca un valle en la
curva dramática.
La narración
moderna inventó el túnel abierto. La historia no termina, pero la
narración sí, de tal forma que, después de cerrar el libro, los personajes no
se detienen, continúan su camino, y es el lector quien debe decidir dónde y
cómo terminará la historia. Este tipo de final provoca la impresión, en muchos
casos, de que el escritor ha hecho un corte en medio de una realidad más
amplia, de forma que asistimos solo a una pequeña parte de un todo y no a un
mundo concluso.
Selección de “fórmulas finales”
Finales sorprendentes:
En los finales sorprendentes, el desenlace y el cierre
coinciden, es decir, la narración termina en clímax. Un último dato desvela el
misterio que ha ido fraguándose durante
la narración, y a menudo ese dato lleva al lector a reelaborar la historia, ya
que cambia esencialmente las motivaciones del personaje.
Finales circunstanciales:
El principio y el final se unen. Muchas veces la frase
del principio enlaza con otra semejante, cerrando el círculo.
Finales sugeridos:
El final no se cuenta, sólo es sugerido por el
narrador. El lector debe imaginarlo.
Elegir uno a otro tipo de final dependerá de cómo nos
hemos planteado la narración y de qué género escogemos. El cuento suele
desembocar en clímax, mientras que la novela puede remansarse en múltiples
finales que tienen como denominador común el anticlímax.
RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
El título
No es nada fácil poner título a una narración, pues
hay que condensar, sugerir, atraer, y no sólo eso, ya que el título debe sonar
bien.
Ante los títulos solían tener un carácter informativo;
hoy, sin embargo, tienden a ser connotativos, metafóricas o simplemente
sorprendentes.
Encontrar un
buen título para nuestros textos es tan importante como ponerle nombre a un
hijo, a partir de ese instante, nuestra historia se identificará con dicho
nombre ya para siempre.
Recursos más frecuentes a la hora de titular una
narración.
*Los personajes: Limitar al nombre del personaje
principal
*La dicotomía: En el título se resume la dicotomía
interna que rige la narración o bien que representa su conflicto.
*El final enlaza con el título: El título aparece
citado al final de la obra, iluminando toda la historia y cerrando el círculo.
*Título y principio :La primera frase del texto es un
buen lugar para que el título aparezca
*El título se refiere al tema: se utiliza por título
el lema
*Las cajas chinas: Título igual al título de la obra
que escribe un personaje de novela.
Ejercicio
Elegir una narración escrita e inventar para ellos al
menos tres títulos diferente escogiendo tres de las posibilidades que hemos
visto aquí. Recordar que tiene que se corto y sucio o manos que sea tan buenos
como el de García Márquez “la increíble y triste historia de la cándida
Eréndida y su abuela desalmada.
LECTURAS RECOMENDADAS
JAZZ (Toni Morrison)
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (Gabriel García
Márquez)
EL BUEN SOLDADO (Ford Madox Ford)
MECÁNICA POPULAR (De que hablamos cuando hablamos de
amor) (Raymond Carver)
PROPUESTA DE EJERCICIO
Escoger cuatro comienzos y cuatro finales (dos cuentos
y dos novelas) copiarlos, analizar su estructura ¿Qué aportar al texto? ¿Por
qué son buenos?
Escribir diez primeras frases para cuentos. Escribir
diez frases finales. Escoger una de cada e intentar crear una historia con el
principio y el final elegidos.
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