Querido insolente y mal nacido dueño de
mis actos:
Esta carta no está firmada porque no soy
yo quien la escribe, no te llegará a tiempo, pero tampoco lo hará a destiempo.
Hace mucho que perdimos el contacto, pero sé de ti, igual que tú sabes de mí.
Utilicé los años de madurez para reírme y bastante. He aprendido que todo lo
hecho y lo que me queda por hacer se lo debo a tu desfachatez. Quizá, si
durante la época que fuimos tan desconocidos como ahora hubiese sido valiente,
en este instante, no estaría dejando escritas estas líneas tan insignificantes
como tú, volvería una y mil veces a buscar en cada hueco de mi armario alguna
mota de alivio para consolar mis noches de insomnio y volvería una y mil veces
a enseñarte los dientes aunque después se me cayeran. Nunca debí probar tus
aguas estancadas, me equivoqué y equivoqué al paso del tiempo que se tornó
sombrío. Quiero que entiendas que dejaste una huella triste y decadente en mi
cuerpo y un toque torpe en el cerebro. Por ese pequeño lapsus sin importancia,
mis neuronas trabajan siempre a destajo buscando un momento para terminar esa
lucha sin cuartel que comenzó el día que pusiste punto y final al color azul de
mi ojo derecho; ahora es un hueco inservible y seco por el que ya no brotan
lágrimas. Lo sé, reaccioné mal, tenía que haberte salpicado la cara de
vergüenza y sin embargo, me escondí entre algodones. No tengo minutos para
recordar tu paso por mi tiempo perdido, pero sí para decirte que vale la pena
esperar. Desde que pusiste tus sucias manos sobre mi cuello y me dejabas sin
sentido en cualquier rincón de lo que creía que era nuestro hogar, sentí la
necesidad de gritarle a los cuatro vientos que eras un bastardo engreído. Hiciste
creer a todo el mundo que era una yonki desquiciada, que los cardenales y las
fracturas eran propias de mi desasosiego. Aplaudo a la justicia de este país que condena a “unos”
y absuelve a los “otros”. He pasado horas y horas en reposo, cavilando como
podía darte las gracias por los golpes recibidos, de igual manera me he pasado
meses dando vueltas y vueltas a estos sesos agotados buscando una justificación
a tu marcha de rositas. Tras tanta meditación por fin he visto el momento y el
lugar donde serás condenado por tus actos. No creas que esto lo hago por las
lesiones o por el mal trato recibido por tu parte, no, esto es por tu hija, por
la punzada en el pecho que sentí cuando me contó que abusaste de ella cuando
apenas era una niña. Con seguridad te digo que esta carta no llegará a tus
manos, porque la mirada del cartero, será lo último que verás en la vida.
Es el
narrador por excelencia. Es el más utilizado y el más cómodo, porque permite
manejar a los personajes a nuestro antojo, pero es también el que nos puede
hacer cometer más errores. Las historias contadas en tercera persona
omnisciente o equisciente, suelen dar mayor protagonismo a la acción que sucede
en su interior y algo menos en la construcción de los personajes. Son historias
más objetivas, con más acción, por lo general, donde el peso de la narración lo
lleva la sucesión de acontecimientos.
TIPOS DE NARRADORES EN TERCERA PERSONA:
NARRADOR
OMNISCIENTE
Se sitúa
donde nunca podemos verlo, pero él lo sabe todo. Conoce a todos los personajes,
sabe lo que piensan, su pasado, lo que sienten, lo que no dicen y lo que
pretenden. Es el narrador que se impuso en las novelas del siglo XIX. No solo
es omnisciente (el que lo sabe todo) sino que además es omnipresente (está en
todas partes) y ningún personaje puede escapar de su mirada.
Un caso
extremo del narrador omnisciente sería el del narrador superomnisciente, que no
solo lo sabe, todo, sino que además sabe lo que no sabe siquiera ninguno de los
personajes.
Ejemplo:
“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se
levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el
amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para
anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin”
Luis Landero, Juegos de la edad tardía
NARRADOR EQUISCIENTE:
Es un narrador en tercera persona, pero que renuncia a los poderes
extraordinarios de la omnisciencia. No sabe nada de lo que piensan o sienten
los personajes, aunque los observa con detenimiento, muy de cerca, atento a los
pequeños gestos que puedan traslucir pensamientos o sentimientos. Es un
narrador cinematográfico: cuenta lo que sucede como lo haría una cámara de
cine.
El narrador equisciente (a veces llamado aquisciente o cuasi-omnisciente)
conserva por lo regular los poderes de la omnipresencia: está en todas partes.
Pero no penetra en las mentes de los personajes y no conoce el pasado ni el
futuro de los mismos. Es un narrador algo más incómodo de manejar, pero al
mismo tiempo es mucho más cercano a los lectores, porque utiliza los mismos
recursos para interpretar la realidad que utilizan esos lectores: los sentidos
físicos y la intuición.
Ejemplo:
“Luego se habían metido poco a
poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el
vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les
contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando
gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa”.
Rafael
Sánchez Ferlosio, El Jarama
NARRADOR EN PRIMERA PERSONA:
Narrar una
historia en primera persona no es mejor ni peor que hacerlo en tercera, pero sí
que es diferente. La historia cambia (sus intenciones, su inmediatez, su
credibilidad, su tono y su estructura) Tal y como sucedía con el narrador en
tercera persona, el narrador en primera puede leer los pensamientos si se trata
de narrador protagonista ya que son los suyos propios,si él no es el protagonista, sino un testigo
o un personaje secundario debe limitarse a narrar fiándose de los indicadores
externos de sus sentidos corporales.
Los relatos o novelas escritas en primera persona,
tanto si se trata de protagonistas como de testigos narradores, suelen por lo
general, poner más peso en la construcción y evolución de los personajes (al
menos los principales) dándole algo menos importancia al argumento en cuanto a
sucesión de hechos ocurridos.
TIPOS DE NARRADORES EN PRIMERA PERSONA:
NARRADOR PROTAGONISTA:
Es el que cuenta la historia. Nos cuenta lo que le
pasó, lo que le ocurrió. Dota a la historia de inmediatez y la posibilidad de
identificar al lector con ese narrador es mayor que en el caso de la tercera
persona. El narrador en primera persona puede juzgar y valorar lo que sucede a
su alrededor, porque a fin de cuentas, lo que está contando en su historia. Escribir
ficción siempre es meterse en otras vidas, en otros cuerpos, pero muy
especialmente en el caso de escribir en primera persona, porque en ese caso
debemos fundirnos hasta confundirnos con el personaje que habla y narra su
historia a través de nosotros.
Ejemplo:
“El día en que Beatriz y yo entramos en
aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva
alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino.”
Juan José Arreola, “La
migala”.
NARRADOR TESTIGO:
Es un narrador en
primera persona, pero no protagonista. Es un observador que está dentro de la
historia y que cuenta lo que le ha pasado a otro. Un personaje secundario que,
en ocasiones, apenas aparece en el relato o la novela, pero que decide contar lo
que le ha sucedido a los protagonistas. De algún modo se parece al narrador
equisciente, porque no tiene acceso a los pensamientos del resto de los
personajes, pero en este caso tampoco está dotado de omnipresencia. A cambio de
lo que sucede con el narrador equisciente, el narrador testigo puede tener un
lenguaje particular (es una primera persona hablando, y puede cargar con toda
subjetividad y utilizar su propia jerga) El narrador testigo es, tal vez, el
más incómodo de utilizar, porque necesita conocer la historia que va a contar a
través de sus observaciones parciales.
Ejemplo:
"Quisiera no haberle visto más que las manos, me
hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los dedos
apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose,
hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del
saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos
rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía
nada de donde sacar voluntad para curarse"
Onetti, Los adioses
NARRADOR EN SEGUNDA PERSONA:
Para que la narración sea
verdaderamente en segunda persona, el narrador no solo le habla a un tú que
tiene delante, sino que además lo que cuenta es la historia de ese tú al que le
habla.
Un relato en segunda
persona tiene al menos tres posibilidades con tres tiempos verbales distintos:
-Segunda persona y futuro:
tiene siempre un cierto tono de promesa o amenaza: Estarás esperando. Le
oirás llegar, abrir la puerta y colgar su abrigo en el perchero. Tú no querrás
hacer ruido, cerrarás lo ojos y notarás…
-Segunda persona y
presente: Se acerca muchas veces a unos consejos o instrucciones: Luego
sigues avanzando hasta que llegues a una verja muy alta. La saltas con
dificultad y te cuelas dentro. Te acercas a la puerta...Aunque también se
puede utilizar como desdoblamiento de un personaje que habla consigo mismo: Tú
eres tonto. La próxima vez te plantas frente a él y le sacudes. Pim, pam. Luego
te vas silbando. Así…
-Segunda personay pasado: supongamos que alguien ha perdido
la memoria, o que ha mentido antes, y otro (el narrador) le dice la verdad, se
lo reprocha, y lo descubre ante todos: Tú fuiste el que mató a Carlota. Te
acercaste por la espalda y la empujaste al vacío.
Ejemplo:
“Caminas, esta vez con asco, hacia ese arcón alrededor
del cual pululan las ratas, asoman sus ojillos brillantes entre las tablas
podridas del piso, corretean hacia los hoyos abiertos en el muro escarapelado.
Abres el arcón y retiras la segunda colección de papeles. Regresas al pie de la
cama; la señora Consuelo acaricia a su conejo blanco.”
Carlos Fuentes.
“Aura”
NARRADOR DISFRAZADO
Es un narrador en primera
persona pero disfrazado de tercera. Ese narrador sabe lo mismo que el personaje
del que se habla, ni más ni menos. Lee su pensamiento, pero no el de los demás
personajes. Y no tiene omnipresencia: solo ve y escucha lo que el personaje
sería capaz de ver o escuchar. En muchos casos.
Ejemplo:
"Casi sin darse cuenta había empezado
a acariciarla mientras hablaban en voz baja, tan lentamente como ella entraba
en calor, los pies muy fríos enredados a los suyos, y al ir siguiendo con los
dedos ahora más sensitivos y audaces el tacto de la piel y las sinuosidades ya
familiares que buscaba y reconocía luego con los labios, volvió a acordarse,
ahora sin miedo ni vergüenza, sólo con dulzura, casi con agradecimiento, de los
sueños eróticos de los catorce años, y le pareció que la veía a ella como era
ahora mismo y como había sido la primera vez que unos ojos masculinos la vieron
desnuda. Lo perdía todo, se despojaba de todo, igual que al desnudarse ella
había dejado caer al suelo las bragas y el sujetador y se había aproximado a él
como emergiendo de las prendas abandonadas e inútiles, caídas a sus pies con un
rumor de gasa. No había urgencia, ni incertidumbre, ni ademanes de fiebre o
ansiosa brutalidad. La veía moverse oscilando, erguida, acomodándose despacio
encima de él, el pelo sobre la cara, mezclado con la sombra, los hombros hacia
atrás, las dos manos que le sujetaban con fuerza los muslos.
Desfallecieron los dos en la misma oleada
densa de dulzura, que él fue percibiendo como si le llegara desde lejos,
anunciada, indudable, desconocida, duradera y lenta, no extinguida todavía
después del final, cuando se quedaron quietos los dos y ella se desprendió poco
a poco de él mientras iba dejándose caer a su lado."
Antonio Muñoz Molina.Plenilunio
NARRADOR EDITOR
El autor finge que ha
encontrado unos papeles manuscritos de forma más o menos fortuita, y que los
entrega al editor sin modificaciones, a excepción de las explicaciones previas
y posteriores en las que trata de hacer creíble ese hallazgo y la necesidad de
publicar esos manuscritos. Incluso Cervantes utilizó esta técnica en el
Quijote, a través de unos manuscritos escritos por Cide Hamete Benengeli.
Ejemplo:
“Como
oficial del ejército francés, me tocó asistir al sitio de Zaragoza. Pocos días
después de la toma de la ciudad, habiendo avanzado hasta un lugar apartado,
descubrí una casita de muy buen aspecto, que en principio pensé no había sido
visitada aún por ningún francés. Tuve la curiosidad de entrar, y llamé a la
puerta, pero al ver que no estaba cerrada, la empujé y entré. Aunque llamé y
busqué por toda la casa, no encontré a nadie. Sin duda Se habían llevado todo
lo que tenía algún valor y ya no quedaban sobre las mesas y en los muebles más
que objetos de poca importancia. En un rincón advertí, sin embargo, esparcidos
por el suelo varios cuadernos escritos, y al echarles una ojeada comprobé que
contenían un manuscrito en español. Aunque mi conocimiento de esa lengua es
escaso, sabía lo necesario para darme cuenta de era un texto entretenido, en el
que se hablaba de bandidos, de almas en pena y de adictos a la cabala; pensé
que nada mejor para distraerme de las fatigas de la campaña que la lectura de
una novela extraña. Y convencido de que el curioso manuscrito no volvería ya a
su legítimo dueño, no vacilé en apropiármelo”
El manuscrito encontrado en Zaragoza
NARRADOR EN PRIMERA PERSONA DEL PLURAL:
Es menos frecuente que los anteriores, porque tiene la desventaja de que
hablar en plural hace que no existan muchas particularidades propias de un
único personaje narrador, sino solo las que tiene en común con los otros que
forman el “nosotros”
Ejemplo:
“Nos
gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas
antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los
recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la
infancia. Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una
locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse”
Cortázar. Casa tomada
NARRADORES MÚLTIPLES O MULTIPERSPECTIVISTAS:
Se van quitando la palabra unos a otros, hablando siempre en primera
persona. Cada personaje aporta un punto de vista diferente de una misma
historia, y entre todos, con sus versiones contradictorias incluidas, consiguen
que el lector sea el único que tenga todos los datos
Ejemplo:
Atlas de
geografía humana de Almudena Grandes o Hablando del asunto de Julián Barnes
NARRADOR MIXTO:
Van intercalándose entre la primera y la tercera persona. A veces, el
cambio se realiza entre capítulos pares e impares, y en otras hay un primer
bloque escrito en tercera persona y un segundo en primera.
Ejemplo:
La soledad era
esto de Juan José Millás
En casos extremos, el narrador puede cambiar de forma vertiginosa.
Ejemplo:
“Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en
segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no
servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele
el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que
siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué
diablos”
Cortázar. Las babas del
diablo
NARRADOR INEXISTENTE:
No existe nadie que cuente la historia. Su autor se las ingenia para
presentar ante el lector una serie de materiales en crudo (informes, monólogos
interiores, diálogos sin acotaciones, cartas), sin que nadie los comente o los
hile.
Mediante una mezcla de elementos fantásticos, macabros
y algún toque realista, se consigue crear un universo creíble que constituye la
literatura de terror. Se trata de convencer al lector de que “otro mundo”
habitado por lo sobrenatural, el horror y lo monstruoso, existe tan
naturalmente como lo establece el relato mítico, del que la literatura de
terror es deudora. El secreto y la fuerza del relato de terror, está en
inquietar y sugerir. Para ello, origina la irrupción de un elemento
sobrenatural, o natural pero amenazante, en un mundo sujeto a la razón. Esos
elementos amenazantes suelen provenir de lo horrible o lo macabro: espectros,
fantasmas, vampiros, diablos, descenso a las tinieblas.
La literatura de terror se articula en el juego entre
la vida y la muerte. El suspense es un elemento esencial y la vincula con la
literatura policíaca: un planteamiento argumental y una angustia que va en
aumento para personaje y lector; por su parte, la irrupción de lo inesperado en
un mundo cotidiano la vincula con la literatura fantástica. Pero tiene sus
características propias.
Según HP Lovecraft las reglas de composición macabra
son tres:
-Marco familiar a la época moderna para acercarse lo
antes posible a la esfera empírica del lector.
-Sus fenómenos espectrales debe ser malévolos más que
beneficiosos, pues la emoción que hay que suscitar ante todo al miedo.
-Debe evitarse la jerga de pseudoconciencia del
“ocultismo” si no queremos ver ahogado el encanto de la verosimilitud causal en
una pedantería nada convincente.
La literatura de terror abarca dos especies bien
limitadas y suele partir de una figura amenazante a partir de la cual se
establecen dos tipos de relación víctima
y victimario.
Las dos vertientes es que se divide este género son
los relatos de terror sobrenatural y los relatos de terror natural:
-Terror sobrenatural el agente aterrorizador es un ser
de otra dimensión, fantasma, duende, demonio,… Empieza después de la muerte,
cuando el ser humano se convierte en espíritu, aparición, fantasma.
-Terror natural, el agente es un loco, un sádico, un
animal gigantesco. Acontece antes de la muerte y acaban con ella.
Relación entre la víctima y victimario
-Víctima es atacada por un elemento extraño, natural o
sobrenatural y de pronto lo cauteriza.
-El victimario es alguien a quien la víctima conoce,
incluso un pariente.
Los temas que protagonizan las narraciones clásicas de
terror son ficticios porque contradicen lo posible. En buena proporción se
vincula con el mito. Los más típicos son los siguientes:
-El espectro: Irrumpe el difunto o fantasma “más allá
resulta muy próximo”
-El diablo: Espectro y como personificación del mal.
-El monstruo: Atacan a alguien libre y feliz
-El vampiro: Variedad del monstruo
-El descenso a las tinieblas: Extremo, ambiguo,
desconocido, que genera inseguridad y se visualiza como las tinieblas o el
infierno.
Joseph Stefano autor de Psicosis agrupó los miedos y
los llamó los diez ositos:
1.-Miedo a la oscuridad
2.-Miedo a las cosas gelatinosas
3.-Miedo a las deformidades físicas
4.-Miedo a las serpientes
5.-Miedo a las ratas
6.-Miedo a los sitios cerrados
7.-Miedo a los insectos (arañas y escarabajos)
8.-Miedo a la muerte
9.-Miedo a los demás
10.-Miedo por los demás
Los ositos pueden combinarse entre ellos.
Para causar verdadero miedo, maneja la tensión del
ambiente, el silencio, la oscuridad, los gestos fallidos, lo que no se dice.
Bucea y rebusca entre tus propios miedos; saca sólo uno de ellos al exterior.
Mientras escribes, tú tienes que pasar miedo, tienes
que notar que algo o alguien, está situado amenazadoramente a tu espalda. Si tú
no pasas miedo, es muy difícil que consigas convencer al lector.
Provoca más temor mostrar a un personaje que se ha
quedado paralizado y no puede siquiera hablar que uno que grita
desesperadamente. Que a tu protagonista le pasen mil desgracias no
necesariamente tiene que provocar inquietud si te excedes en temor, conseguirás
más risa que miedo.
Para las escenas de tensión utiliza frases cortas y
verbos de movimiento. Obliga al lector a quedarse sin aliento. No hagas digresiones,
reflexiones ni retrospecciones en ese momento: déjalas para más adelante.
La rima no es
más que un recurso inteligentemente urdido para que la memoria retenga
información transmitida de una manera fácil, garantizando así su perdurabilidad
y proporcionando, por añadidura, un divertimento. La rima es también un juego
que proporciona deleite, es una música
en sí misma y, como todos los músicas, las diferentes posibilidades y
estilos que se ofrecen abarcan un amplísimo registro.
Según el
experto “Antonio Quilis” es la total o parcial semejanza acústica, entre dos o
más versos, de los fonemas situados a partir de la última vocal acentuada.
La rima es un
efecto esencialmente sonoro, no gráfico. Es este recurso el que aproxima la
utilización de la rima a la naturaleza del lenguaje musical. La rima constituye
la señal que nos indica que el verso ha terminado.
Las
clasificaciones que contempla la rima desde dos puntos de vista esenciales:
según el timbre o según la cantidad.
La rima según
el timbre:
Clasificación
según el timbre (o sonido) podemos dividir la rima en total o parcial.
Rima Total:
Rima
consonante o perfecta: Este tipo de rima estriba en que aquellas palabras en
las que recae la rima coinciden plenamente a partir de la última vocal
acentuada.
La
utilización y las funciones de los llamados marcadores o indicadores: la
función de esta letra no es otra que la de identificar los versos que coinciden
con respecto a su rima, facilitando así la tarea de analizar las diferentes
clases y distribuciones de las rimas. En este caso los marcadores de la rima
darían lugar a la composición ABAB. Caravanas
de cuerpos abatidos (A)
todos vendaje, peras y pañuelos (B)
todo camillas donde a los heridos (A)
se le quiebran las fuerzas y los vuelos (B)
(Miguel Hernández)
El acento
recae en la letra (i) Abatidos
El acento
recae en la letra (i) Heridos
El fonema o
sonido –idos- coincide en ambas palabras.
Y lo mismo
ocurre con los fonemas de los versos clasificados con la letra B –elos-
Este tipo de
rima total, consonante o perfecta está considerada como la más meritoria y su
valor no es otro que es el de llevar implícita una mayor dificultad a la hora
de elegir las palabras, manteniendo un significado lógico o al menos razonable
dentro de la disciplina poética.
La rima es un
recurso estrictamente sonoro, algunas letras no coinciden gráficamente,
fonéticamente son exactamente iguales.
Lluvia/rubia-Reseco/flecos=fonéticamente
Rima Parcial:
También
llamada rima asonante, vocálica o imperfecta. La particularidad de este tipo de
rima estriba en que las palabras donde recae la rima no coinciden plenamente a
partir de la última vocal acentuada; solo coinciden algunos fonemas
Como la brisa que la sangre orea (A)
sobre el oscuro campo de batalla (B)
cargada de perfumes y armonías (C)
en el silencio de la noche vaga (A)
(Gustavo Adolfo Bécquer)
El fonema que
se repite es la vocal A
Otras rimas
parciales:
Rimas de
perceptibilidad degradada:
Es la que
puede producir una palabra paroxítona(llana) y otra proparoxítona (esdrújula) o viceversa.
Los manicomios de junio (A)
Volteantes, huyen, ciegos (B)
Las cien cabezas partidas (C)
En cien chispazos eléctricos (B)
(Rafael Alberti)
En este caso
los versos que riman son egos –éctricos coincidan los fonemas e y os.
Otra de los
variantes en la que se permite producir una equivalencia de timbre vocálico
entre u y o por un lado y entre i y e. Siempre que alguna de las vocales sea al
final de una palabra paroxítona (llana) o proparoxítona (esdrújula)
Rima interna
o rime en eco: consiste en la repetición, dentro del mismo verso o estrofa de
dos fonemas rimantes.
Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos
y tahúres muy desnudos
con dados ganan Condados,
y coronas Majestad:
¡verdad!
(Luis de Góngora)
La rima según
la cantidad:
Rima oxítona:
última sílaba acentuada del verso (+1)
Rima
paroxítona: última y penúltima sílabas, acento está contenido en la penúltima
sílaba
Rima
Proparoxítona: la última sílaba acentuada ha de ser la antepenúltima del verso
(-1)
RECURSOS Y
JUEGOS POÉTICOS
Interrogar al
poema
Tal vez la
poesía sea una pregunta sin respuesta, una interpelación al mundo que el poeta
hace desde su ya más íntimo por medio de las palabras. El poeta se interroga
continuamente a sí mismo, a los demás, a la naturaleza a los enigmas del
destino…
El diálogo
poético o recuesta procede de la poesía medieval de los cancioneros, solía ser
filosófico o amoroso, entre el enamorado y la amada.
Otra forma de
diálogo se produce cuando el poeta se pregunta y se responde a sí mismo.
Pero la
interrogación más usual es la que no obtiene respuesta, es decir, la pregunta
retórica que no se realiza para obtener información, sino para afirmar con
mayor énfasis la respuesta que contiene en sí misma la pregunta formulada:
-La
interpelación a un tú que no responde
-El poeta se
pregunta así mismo
Ejercicio
Escoger la
forma que parezca más sugerente y construir un poema basada en las preguntas
La lírica de
todas las lenguas está sustentada en el complejo armazón de la métrica.
Se entiende
por metro el cómputo al número de sílabas y acentos, también llamados pies, que
componen un verso. Según ello, los versos pueden clasificarse en versos simples
de arte menor y versos simples de arte mayor. Los versos de arte menor son
aquellos que están compuestos por hasta un máximo de ocho sílabas. Los de arte
mayor son los que contienen entre nueve y once sílabas. Cundo un verso supera
las once sílabas se considera un verso compuesto de arte mayor, como el caso
del verso alejandrino que es de catorce.
Versos de
arte menor:
Bisílabos
(dos sílabas) ciego
Trisílabos
(tres sílabas) esparto
Tetrasílabos
(cuatro sílabas) No recuerdo
Pentasílabos
(cinco sílabas) Antes que llegues
Hexasílabos
(seis sílabas) De tantos colores
Heptasílabos
(siete sílabas) No acaba aquí la historia
Octosílabos
(ocho sílabas) Corazón, ayer sonoro
Versos
simples de arte mayor:
Eneasílabos
(nuevo sílabas) Digo tan solo lo que he visto
Decasílabos
(diez sílabas) Ante el celeste, supremo acto
Endecasílabos
(once sílabas) Cuando salgo a beber con más amigos
Versos
compuestos de arte mayor:
Dodecasílabos
(doce sílabas) Era un aire suave de pausados giros
Tridecasílabos
(trece sílabas) Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma
Alejandrinos
(catorce sílabas) Y, lejos las montañas azules de Castilla
Sobre todo en
la poesía contemporánea, son frecuentes los versos y combinaciones métricas que
superan las catorce sílabas. Cada una de ellos cuenta con su propia
terminología, aunque el verso más extenso, dentro de los parámetros clásicos,
es el alejandrino de catorce sílabas, los hay de doce, muy cultivados durante
el modernismo.
La sinalefa:
Consiste en
computar como una única sílaba métrica aquellas sílabas que perteneciendo a
palabras diferentes, suenas como un solo golpe fonético:
Su-fron-te-rain-sa-cia-bleel-vas-to-mu-ro.
Este verso
tiene trece sílabas, pero ateniéndonos al efecto auditivo que produce la
sinalefa, queda computadocomo de once,
es decir, como un endecasílabo. La palabra frontera queda unida a la palabra
insaciable mediante la vocal última y primera, así como la palabra insaciable
quedaría unida al artículo él.
El hiato:
Es el recurso
métrico que permite invertir la sinalefa, es decir, separar la última vocal de
una palabra y la primera de la siguiente. Es el encuentro de dos vocales que no
forman diptongo. El hiato es aceptado cuando una de las dos vocales está
acentuada, de manera que si intentamos producir una sinalefa nos encontramos
con un efecto forzado en la que al sonido se refiere.
Las estrellas
conducen tu destino y beben de tú alma poco a poco.
La sinéresis:
Este recurso
consiste en la unión de dos vocales abiertas dentro de una misma palabra, de
manera que consigamos una sola sílaba allí donde teóricamente debe haber dos.
Las vocales abiertas son a,e,o y las cerradas i,u. Ej. poesía, es decir cuatro
sílabas, en caso de necesitar tres sílabas se podría computar como poe-sía.
La diéresis:
Se produce
cuando dos vocales de una sílaba se pronuncian de forma separada, dando lugar a
dos sílabas. La diéresis es un recurso métrico arcaico, y se coloca el signo
(¨) sobre la vocal que nos interesa.
RECURSOS Y
JUEGOS POÉTICOS
Repetir,
repetir, repetir. Las figuras de repetición son las más numerosas dentro de la
retórica.
Anáfora:
La anáfora es
una figura que consiste en repetir la primera o las primeras palabras de un
verso en los versos sucesivos. Reitera y refuerza el elemento repetido.
Epífora o
epístrofe:
Repite como
la anáfora elementos iguales, pero en este caso no están al principio sino a
final de un verso o de una estrofa.
Ejercicio
Escribir dos
poemas, uno para ensayar la anáfora, repitiendo las primeras palabras de cada
verso y otro para experimentar las posibilidades de la epifora repitiendo
también, pero al final de un verso o una estrofa.
LECTURAS
RECOMENDADAS
Antología de
Gerardo Diego Poesía Española contemporánea (Gerardo Diego)
Mis raíces son del sur, aunque nací en Madrid. Paso la mayor parte del día en la Asesoría donde trabajo. Tengo ocho compañeros, estupendos, de esos que no quedan. Voy a clases de creación literaria, que después de sonreír, es lo que más alivia el estrés que sufro, no tengo muchos amigos, los suficientes. Soy una cabra loca con un montón de cosas por descubrir y lo que más deseo en el mundo es que mi hijo sea feliz.