Primavera, Otoño e Invierno.
¡Estúpido verano de largas noches
que pesan y pasan despacio!
Qué pequeña me siento
arrugada en mi barquito de papel,
si pudiera dejaría en tres
las cuatro estaciones de Vivaldi
la que me sobra, la regalo.
Necesito volver a las
calles del invierno,
a las esquina traviesas,
al aquí y ahora
y que el resto… el
resto muera de envidia.
Noto que soy la
muñeca
que baila al ritmo de cualquier melodía sin letra
y sin más público que unas malas perlas.
Quiero que tu saliva
fina confite mis labios con tus besos
mientras escucho tu corazón a través del mío.
Mi piel camina al compás que marcan tus dedos.
Deseo que tu aliento
sincero se pose sobre mi cuello
al tiempo que tu pecho le dice piropos obscenos a mi espalda.
Está llegando el momento de parar en seco
y alimentarme del recuerdo,
pero esperaré vacía
sin que la distancia me muerda
sin que me contagie de su apariencia extraña.
Ahora te dejo que pienses en mí
para que de nuevo pienses en mí
y así hasta que me haga mayor,
de momento y como dice la canción:
“Qué grande eres amor
y qué pequeña que soy
yo...”
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