Para que una narración sea fluida debe tener un ritmo
interno, una armonía especial que la recorra como si fuera una melodía.
Esa melodía depende de cómo utilicemos las diferentes
“velocidades” del tiempo de la ficción. Combinar los cambios de velocidad,
-aceleración, desaceleración- con fragmentos a tiempo real –escena- convierte
el texto escrito en un fluido por el que el lector se desliza.
El escritor, mediante estos tres tipos de
“velocidades”, puede conseguir:
Mostrar, por medio de la escena, momentos culminantes
de la narración o caracterizar al personaje.
Pasar de puntillas sobre los momentos muertos,
acelerando o eliminando un período de tiempo que no le interesa o bien
ocultando un hecho para crear intriga.
Detenerse o ralentizar un momento relajando la
lectura, describiendo un paisaje, un personaje o un ambiente.
La “velocidad” es la relación entre la duración de la
historia –días, meses, años…- y la extensión que ésta alcanza en el texto, de
tal forma que el escritor puede narrar cien años en diez líneas o dedicar dos
volúmenes a veinticuatro horas. Todo es cuestión de “velocidad”.
Existen dos métodos para modificar esa velocidad
narrativa: la aceleración y la desaceleración.
La aceleración se produce cuando se dedica a un
segmento corto de la narración a un periodo largo a la historia. Entonces el
tiempo de la acción es más largo que el tiempo de la narración.
La desaceleración es el caso contrario se dedica un
segmento largo de la narración a un periodo corto de la historia. El tiempo de
la narración es más largo que el tiempo de la acción.
1.- Acelerar: El resumen y la elipsis.
Existen dos métodos o posibilidades para producir ese
efecto de aceleración de la velocidad narrativa: el resumen y la elipsis.
El resumen consiste en seleccionar los datos más
importantes y exponerlos brevemente. De esta forma, en un solo párrafo puede
cubrirse un período largo de la historia. En el cuento, sobre todo, esta
concentración es imprescindible.
La elipsis consiste en “saltar por encima” de un
período de la historia; es decir, ese período desaparece, se omite.
Existen varios tipos de elipsis, es decir, varios
sistemas para hacer que desaparezca una parte de la historia.
Según su duración, la elipsis puede ser:
Determinada: Se indica el período de tiempo omitido
(durante dos años…)
Indeterminada: no se indica el período de tiempo
omitido.
Según el conocimiento o desconocimiento de su
existencia, la elipsis puede ser:
Explicita: el texto indica su presencia
Implícita: no está indicada para puede ser inferida.
Hipotética: el lector descubre más tarde esa “ausencia
de tiempo”.
Objetivos de la elipsis
El tiempo puede ser “robado” al lector por diversos
motivos, pero l elipsis se usa sobre todo para acelerar el tiempo de la
narración y para ocultar algún hecho reservándolo para más adelante, creando
así una atmósfera de intriga.
Acelerar el tiempo de la narración: ese período de
tiempo no nos interesa mucho y pasamos por encima de él, haciendo referencia o
no a su duración.
Ocultar un hecho: ese hecho sí nos interesa, pero sólo
dejamos que el lector lo sospeche, para crear una atmósfera de intriga.
2.- Desacelerar: la descripción
Otra posibilidad de jugar con el tiempo es la que
consiste en ralentizarlo: entonces el tiempo de la narración es más largo que
el tiempo de la acción, y esto termina produciendo un efecto desacelerador o
paralizador de la acción. Para producir ese efecto contamos con la descripción:
En la descripción, el autor se demora en cada
acontecimiento prestando mucha atención a los detalles, de forma que la acción
se ralentiza. El tiempo de la narración se expande, se “hincha” con respecto al
tiempo de la acción.
Objetivos de la descripción
Tiene dos funciones principales
Informativa: la narración se suspende un instante, la
acción se remansa.
Ornamental: dichos remansos, algunas veces, no sirven
para dar información, sino para alterar el ritmo después de un pasaje de
acción, o bien para dilatar la espera en un momento crítico.
Estos dos objetivos dan lugar a dos tipos distintos de
descripción:
La función informativa está cubierta por una
descripción que podríamos llamar expositiva, la cual permite acumular
información esencial sobre un personaje, un hecho o el lugar donde se
desarrolla la acción.
La función ornamental da lugar a descripciones
decorativas: éstas son paisajísticas o ambientales y no originan un cambio de
situación ni aportan una información esencial para el desarrollo de la
trama, pero son indispensables para
crear el ritmo narrativo.
El cuento no admite apenas el uso de la descripción
decorativa. Su poco espacio no da para recursos ornamentales, y el dibujo de su
curva da intensidad, no contiene valles, sino una línea recta y ascendente.
Pero el uso del otro tipo de descripción, la expositiva es fundamental para el
buen desarrollo de la trama.
Por el contrario, la novela no solo permite sino que
necesita el uso de este tipo de pausas para dar respiros al lector.
Un tipo especial de pausa descriptiva es la digresión,
que se produce cuando el narrador interrumpe el relato para formular
reflexiones o comentarios. La digresión paraliza el tiempo, anula la velocidad.
Se usa para expresar formulas ideológicas del escritor, o para frenar el ritmo
y provocar suspense, o bien como preparativo para la entrada de un personaje.
A tiempo real: la escena
Se entiende por escena la reproducción del discurso de
los personajes, a través del diálogo, en la que se respeta el principio de
unidad de tiempo, lugar y acción.
En la escena, la voz del narrador pasa a un segundo
plano y el lector presencia la conversación entre los personajes. El escritor
muestra la acción.
La escena está contada a tiempo real, ya que no lo expande ni acorta, sino que
refleja la duración verdadera del diálogo
El uso de la escena es imprescindible a la hora de
cenar. Pero hay que elegir bien el dónde y el porqué de la inserción de una
escena; nada produce tanto aburrimiento en un texto como una escena que carezca
de contenido.
Conviene decir que la función del narrador en la escena es la moderación. El
narrador no desaparece; sólo se esconde detrás de la cortina, aunque sigue
estando ahí.
Estas formas de narrar, que llamaremos para abreviar
escenificación, descripción y resumen, no se encuentran puras en la narración.
La escena es un recurso fácil. Mientras que el resumen
o la descripción se acercan más a una manera familiar de narrar –incluso de
narrar oralmente- la escena requiere el uso del diálogo, poco utilizado al
principio, pero del que no podemos prescindir.
RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
Enumerar es enseñar todos aquellos elementos que
componen un conjunto. El siglo XX necesita un procedimiento literario para
describir la confusión, y lo encontró en la enumeración caótica, en la que el
conjunto enumerado está compuesto por infinitos elementos.
La enumeración caótica es considerada como uno de los
procedimientos típicos de la lírica contemporánea. Su única propiedad es el
desorden, la falta de unidad, el paso de un tema a otro sin lógica evidente.
Sin embargo, ese pandemónium sirve para connotar exuberancia y diversidad. La
enumeración caótica ha sido, además, un recurso al que se han acogido los
escritores para reflejar el flujo de la conciencia a través del monólogo
interior.
Ejercicio
Dejar volar la imaginación y escribir todo aquello que
los términos “me gusta” o “no me gusta” sugieran.
LECTURAS RECOMENDADAS
El tambor de hojalata (Günter Grass)
El cuarteto de Alejandría (Lawrence Durrell)
“Un suceso en el puente sobre el río Owl” (Del volumen
cuentos de soldados y civiles” (Ambrase Bierce)
“Una Rosa para Emily” (Del volumen Antología del
cuento triste) (William Faulkner)
PROPUESTA EJERCICIO
Analizar y subsanar los defectos de ritmo de alguna
narración ya escrita. Para ello debemos de hacer varias preguntas:
¿Es fluida la narración o está llena de “baches”, de
“zonas muertas” en las que la lectura se hace tediosa? A menudo, un texto no funciona a causa del
ritmo; modificando algunos pasajes y eliminando otros se consigue que la
narración avance de una manera fluida.
Subrayar de un color distinto las descripciones, las
escenas y los resúmenes o las elipsis.
¿Hay mayoría de alguna de ellas?
¿Está cada elemento agrupado en un bloque o van
combinándose entre sí?
¿Hay alguna zona en la narración que no se “vea”?
¿Existe un hecho importante que debería contarse con una escena?
Una vez analizado el texto, reescribirlo eliminando
ese período de tiempo que sobra mediante una elipsis o un resumen de pocas
líneas. Ampliar ese momento cumbre entre dos personajes introduciendo una
escena o remansar las aguas del relato por medio de una descripción.