Te quieres
y mira que no lo digo yo.
Somos cómplices de usar la palabra bajo el agua,
el verso escrito dice un tanto de ti y otro tanto de aquel,
los adjetivos rechazan
la violencia
que existe sobre tu mirada ennegrecida
y las metáforas no sirven
para curar acosos sostenidos.
Ahora en un lenguaje real
te digo que no te quiero,
tus sentimientos fabrican inestabilidad poética
y en un descuido me
tocas,
pones una mano encima de mi vulnerabilidad
y lo que cuelga entre tus piernas
intenta seducir los sinónimos de mi prosa.
Pero te falta un nombre propio
una jarra de conocimiento bien fría
para entender que
soy libre para querer a los delfines.
Claro que te quieres
y por eso, yo a ti no.