domingo, 26 de octubre de 2008
Mi sobrino Dani
domingo, 19 de octubre de 2008
Ella es María.
jueves, 16 de octubre de 2008
No hay derecho
domingo, 12 de octubre de 2008
Algo inesperado (II)

Después de escuchar el último mensaje que me habían dejado en el contestador me fui a casa de Javier, necesitaba contárselo a alguien. Cuando llegué me abrió la puerta Manuel.
-Hola, ¿tú debes de ser...?
-Sara, soy amiga de Javi. Y ¿tú quien eres? -pregunté.
-Manuel, un primo lejano. He venido a pasar unos días.
Javier salió de la ducha, a recibirme, desnudo, le miré pero el no pareció inmutarse. Me senté en el sofá y encendí un cigarrillo. Manuel me ofreció un café. Acepté. Se sentó a mi lado y empezó a hablarme de su escapada a Madrid.
-He venido a pasar unos días con Javier, ni por trabajo, ni vacaciones, simplemente por placer.
-¿Por placer? -pregunté sorprendida.
Javier se sentó a mi lado, aun no se había vestido, pero se había enrollado una toalla en la cintura. Le había visto desnudo un montón de veces, pero, nunca me había llamado la atención lo guapo que era, su pelo rubio rizado, sus ojos azules, su barba de tres días, su hoyuelo en la barbilla, esos dientes blancos, perfectos, su cuello generoso, su pecho musculado, sus brazos espléndidos, su culo apretado, con una depilación impecable. Las manos suaves, con unos dedos largos y finos, su pene en estado de reposo, indefinido. Todo en el era sensacional, excepto su homosexualidad. Eso es lo que hacía que no fuese más que un amigo. Manuel también era guapísimo, pelo castaño oscuro, ojos marrones, super varonil, muy alto, delgado y algo robusto, una sonrisa especial y un culo en su sitio. Me levanté y fui a la cocina a dejar las tazas de café. Javier me acompañó.

-¿Es tu nuevo ligue? -le pregunté.
Después de unas horas de orgasmos continuos, un fuerte dolor de estómago me avisó que no había comido, pero antes de levantarme de la cama me interesé por el perfume.
viernes, 10 de octubre de 2008
Querida Hermana
miércoles, 8 de octubre de 2008
Gran poeta chileno

lunes, 6 de octubre de 2008
Al rico caracol

-¿Tú sabes hacer caracoles?-preguntó Olga.
-No te preocupes, yo los hago.
domingo, 5 de octubre de 2008
Ni una lágrima más

viernes, 3 de octubre de 2008
El hermano

Hoy el momento de atención es para mi querido hermano, porque le siento muy cerca de mí, aunque esté lejos, por quererme, por compartir mis gustos y aficiones, por protegerme desde que era pequeña, por darme fuerzas en los momentos difíciles, por ser tan sensible, tan cariñoso, tan bueno, tan guapo, tan.....nunca me cansaría de decirle cosas bonitas, porque todo en él es guay.
TE ECHO MUCHO DE MENOS
jueves, 2 de octubre de 2008
En tu ausencia
"Una leve mancha escarlata
acaricia mis mejillas al nombrarte
y un potente cosquilleo
atraviesa mi pecho al verte.
Tan solo unas palabras
mal sostenidas
nos mantienen vivos..."
En tu ausencia, empecé a escribir estos versos, esperando que un día te volviera a encontrar, y lo he hecho, te he encontrado, pero ya no quiero terminar el poema, ya no, así no...
Lo que comenzó siendo la historia de amor más bonita jamás contada no tiene un final feliz, al menos para mí.
Amanda era una mujer guapa, unos treinta años, ni uno más ni uno menos, treinta. Poseía una belleza especial, pero lo más especial era su sonrisa, siempre feliz, siempre riendo. Oliver, era un tipo interesante, con pinta de intelectual, sus gafas, su sonrisa pícara, su pelo a caracolillos,
su cuerpo desgarbado y los cordones de los zapatos siempre desatados, le caracterizaban. Amanda trabajaba en una clínica veterinaria y él llevaba allí a su perrilla Luna, una preciosa cocker negra. Llevaban tiempo viéndose, habían tomado café, se habían reído e incluso Amanda le había presentado a su marido.

Un día Luna se puso muy mala y Oliver la llevó a que la examinara Amanda.
-¿Qué tiene? -le preguntó.
-Es pronto, para saberlo -contestó en un tono alarmante -le voy a hacer unas pruebas para descartar que tenga Leishmania. La tendrás que dejar aquí, tengo que ponerla suero y voy a hacerla un análisis de sangre. Cuando sepa algo te llamo. Ahora vete.
-Vale me voy, porque se que la dejo en buenas manos -dijo mientras acercaba su boca a la de ella.
Amanda retiró, la cara, cogió a Luna y salió de la habitación, para llevarla al que sería, durante algunos días su nuevo hogar. Cuando volvió a donde había dejado a Oliver, ya se había marchado.
Al día siguiente era San Nicolás y Oliver no pudo esperar la llamada de Amanda y se presentó en la clínica con un ramo de rosas.
Al verse, sobraron las palabras, Oliver no pudo resistirse por más tiempo, soltó el ramo, se acerco a ella y la besó, ella le devolvió el beso. Y ahí empezó su historia de amor, se veían a escondidas, cualquier lugar era bueno para estar juntos, para acariciarse, para amarse. Incluso imaginaban como sería una vida juntos, ella sin su marido y viviendo con él. Y así estuvieron muchos meses, hasta que un día ella, empezó a encontrarse mal y tuvo que visitar al médico, allí la diagnosticaron una enfermedad en el útero, muy contagiosa. Había que operar y después nada de sexo en mucho tiempo. Amanda no podía decirle a Oliver la verdad y se fue distanciando, ya no se veían habitualmente, siempre Amanda tenía una excusa para aplazar las citas, hasta que un día tomó la decisión de contarle lo que ocurría.
-Voy a ser sincera y no me voy a andar con rodeos. Siempre me has dicho que si algún día te dejaba que fuera por mi marido, pero nunca por otro. Pues bien, vuelvo con mi marido. No puedo volver a verte. Te quiero, pero te tengo que olvidar. No me intentes convencer, porque esta es mi última palabra.
Amanda salió del bar corriendo, Oliver la siguió gritando, pero no puedo alcanzarla. Esa fue la última vez que se vieron.
Han pasado muchos años y no ha habido un solo día que no me acuerde de ti. Te he llamado al trabajo, te he mandado mensajes al móvil, correos, y cuando consigo hablar contigo tú ni siquieras sabes quien soy. Ahora sé que tengo que olvidarte, que formas parte de mi pasado, un pasado inolvidable. Has formado una familia y eres feliz, toca la hora de retirarse para siempre.